Delitos de Sangre

MASACRE DE TRUJILLO ALTO/ PARTE 2

Magaly Rivera Season 2

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Un crimen que marcó a Puerto Rico y un expediente lleno de grietas: reconstruimos cómo la masacre de Trujillo Alto pasó de investigación fallida a caso paradigmático de revisión científica. Contamos, paso a paso, cómo un cuchillo sin huellas, una escena contaminada y una cadena de custodia rota se convirtieron en los pilares de una condena que la prensa celebró, aunque la biología nunca la respaldó. También traemos a primer plano a los testigos que situaron a un sospechoso cercano y que, sin embargo, fueron ignorados cuando más importaba.

A lo largo del episodio desarmamos la narrativa de un motivo sexual inexistente en la evidencia forense y explicamos por qué las técnicas modernas de ADN mitocondrial, hoy disponibles gracias a la ley postsentencia, excluyen a los condenados. Hablamos del papel del Proyecto Inocencia, del habeas corpus federal y de una orden histórica: si el Estado no puede producir las transcripciones certificadas de un juicio, no puede seguir privando a alguien de su libertad. No es solo un choque entre titulares y tribunales; es una lección de método científico, debido proceso y responsabilidad pública.

Más allá del debate legal, ponemos el foco donde siempre debió estar: en Aide, Melissa y Eduardito. La justicia real no teme a la verdad, y la verdad exige revisar, corregir y, si hace falta, empezar de cero. Si te importan el rigor forense, los derechos civiles y la integridad del sistema, este caso te va a interpelar. Suscríbete, comparte y deja tu opinión: ¿nuevo juicio, sí o no? Tu voz puede ayudar a que la verdad avance un paso más.

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SPEAKER_02:

Hola mi gente, bienvenidos una vez más a su canal Delitos de Sangre. Yo soy Magaly y gracias por acompañarme durante este nuevo episodio. Y si la historia anterior fue larga, espero que estén listos porque estaba por el mismo camino. Es imposible cubrir 37 años de información in 20 minutos. Y honestamente, tampoco sería justo. Hay detalles que tienen que decirse, hay cosas que tienen que explicarse y hay errores que no se pueden esconder debajo de la alfombra. Cuando los cuerpos fueron retirados andas se apagaron, lo que vino después fue igual de perturbador. Comenzó otra pesadilla, la del sistema, los interrogatorios, los titulares, los rumores, las presiones, anda investigación that the primer to justice. But at the confesion, there were noches entered depresion, miedo, and contradictions that nadie quiso verse. Hoy vamos a hablar de lo que vino después de las acusaciones, cómo se construyó el caso, quienes testificaron, qué ocurrió en el tribunal y por qué, más de 30 años después, todavía hay tantas dudas sobre si Antonio Ramos Cruz y Juan Carlos Meléndez Serrano fueron realmente los responsables de la masacre de Trujillo. Ambos fueron detenidos en 1990, un año después del crimen. La prensa los llamó los asesinos de Trujillo Alto, aunque no existía ni una sola prueba forense que los vinculara la escena. Desde ese momento todo se convirtió en un efecto dominó. El sistema necesitaba cerrar el caso, y cuando un caso se quiere cerrar más que resolver, lo que se busca no es justicia, sino culpables. Así comenzó el verdadero juicio, no el del tribunal, sino el juicio público, el de la prensa, el de la opinión, y el de un país que quería respuestas rápidas, aunque no fueran las correctas. Pero qué pruebas había realmente contra Antonio y Juan Carlos? Y aquí vamos a ir por partes. La primera, el cuchillo, esa pieza clave que apareció cinco meses después in la casa de la madre del exesposo de Aide. Según el Instituto de Ciencias Forenses, después de haberle hecho las pruebas forenses, las cortaduras coincidían con las heridas de las víctimas. Pero nunca se encontró ADN, ni sangre, ni huellas que confirmaran nada. But aún así bastó. Bastó para arrestarlos, bastó para condenarlos ante la opinión public. Dos nombres que de one of another pasaron de ser ciudadanos communes to sospechosos de one of the crímenes más horrendos in the history of Puerto Rico. The prensa no tarded in convertirlos in titulares. Los agentes, presionados by this mismo ruido, movieron cielo y tierra para justificar la nueva teoría. Andras tanto, los verdaderos errores como la escena contaminada, las pruebas mal manejadas, las contradicciones forenses quedaban sepultadas bajo la urgencia de tener culpables. Antonio Ramos Cruz tenía 19 años. Vivía con su tía atascada y trabajaba in Suiza Derry. Era un joven tranquilo conocido por el barrio que llegaba del trabajo y se quedaba por la zona. Juan Carlos Melénde Serrano era vecino inmediato a la izquierda de Aide. Nada raro, nada sospechoso, hasta que sus nombres aparecieron en las declaraciones de los hermanos Martínez. Durante casi dos años completos, este caso estuvo estancado. Los vecinos seguían recordando el espanto de aquella madrugada, pero las autoridades parecían estar caminando en círculos. El crimen estremecido a todo Trujillo Alto y a Puerto Rico, sin embargo, pasaban los días sin un solo arresto que hiciera sentido. Los investigadores del CIC trabajaban bajo la dirección del agente Pablo Quiñones. But the pesquisa era un laberinto sin salida. No había huellas claras, no había testigos presenciales, ando pruebas forenses sólidas. ¿Por qué? Because the escena del crimen, the evidence, the casa quedó abierta, los cuerpos fueron movidos antes de que llegara Ciencias Forenses, and muchas de las muestras se manejaron sin cadena de custodias. Un desastre. Un crimen de alto perfil, investigado as it was a caso menor. And when the fiscal presentation a Joito como testigo clave, su relato, alguien Babi, estaba lleno de contradicciones. The tiempos no cuadraban, the detalles no coincidían, and su aparente tranquilidad frente a un crimen tan brutal dejaba más preguntas que respuestas. One of the puntos más turbios del caso fue el manejo de la evidencia biológica, especialmente la ropa interior de Aide. Desde el inicio, la cadena de custodias fue un desastre. Faltaban documentos, había silencio, había dudas, y nadie parecía saber exactamente dónde había estado la evidencia por casi dos años. El fiscal Beltrán declaró haber encontrado a Aide dentro de la bañera del segundo piso, aún con su ropa interior puesta. Y eso coincidía con lo que dijo la patóloga, la doctora Ofelia Vera, quien aseguró que se recogieron cabellos del interior de esa prenda durante la autopsia. En otras palabras, esa ropa sí había sido entregada inicialmente al Instituto de Ciencias Forenses. Pero aquí viene lo más absurdo. Cuando la defensa le preguntó a la doctora si se realizaron pruebas de semen, la respuesta fue no. No se examinó, no se documentó, nadie lo solicitó. Nadie se preocupó por buscar evidencias para un caso que luego acusarían como crimen pasional. Fue hasta dos años después del crimen, el 21 de marzo de 1991, que finalmente se realizó una prueba en busca de CEP en la ropa de Aide, dos años después. ¿Quién entregó esa prenda ese día? El agente Pablo Quiñones. Y aquí es donde la historia se parte en dos. La tecnóloga médica Leida Rodríguez Vélez testificó el 21 de marzo de 1991 que Quiñones llegó con la prenda, pero cuando ella le preguntó de dónde salía esa evidencia, él no supo decirlo. No hubo registro, no hubo explicación, no hubo cadena de custodia. Eso significa una de dos cosas, y ninguna es buena. O Quiñones retuvo la evidencia todo ese tiempo, la cual es un delito grave, o la segunda evidencia estuvo en algún lugar desconocido, sin refrigeración, sin control, expuesta al calor y la humedad. In cualquiera de los dos escenarios, los resultados no eran confiables. De hecho, la propia tecnóloga explicó que el semen y otras proteínas biológicas se destruyen si no se conservan en frío. Así que cuando finalmente se analizaron las prendas, el informe concluyó que no había semen. Pero la pregunta es, ¿no había semen o la evidencia estaba tan deteriorada que ya no podía detectarse? Ese error forense, mi gente, no solo cambió el rumbo del caso, lo contaminó para siempre. Luego entra otro nombre clave, Juan Enrique Ferreiro Flores, un compañero de trabajo de Juan Carlos Meléndez. Ferreiro declaró que el lunes 26 de junio de 1989, el día que se cree que ocurrió el crimen, Juan Carlos debía entrar a trabajar a las 6 de la mañana, pero no llegó al trabajo hasta las 10, 10 y media de la mañana. Sin embargo, en el registro laboral aparecía como si hubiera entrado puntual a las 6. Y la razón? Pues el propio Ferreiro confesó que él mismo firmó por él cubriéndole la ausencia para que no se metiera en problemas. Luego testificó que Meléndez le había hablado del crimen y que parecía nervioso, inquieto, preocupado, que incluso le dijo que tenía cierta amistad con Aide y que sus huellas podían estar in la casa. Pero lo más fuerte fue que Ferreiro también dijo que el crimen notó arañazos visibles in el cuello y el pecho de Juan Carlos, y que para probar su reacción, le mintió. Él le dijo que la policía estaba analizando piel encontrada bajo las uñas de Aide. Una mentira. Según Ferreiro, Meléndez se puso asustado. ¿Fue eso una señal de culpabilidad or simplemente el miedo natural de un joven pobre enfrentándose a la policía en uno de los crímenes más grandes del país? Esa pregunta todavía divide opiniones. Mientras tanto, la defensa de Antonio Ramos presentó una portada sólida. Su tía Margarita Cruz testificó que Antonio llegó entre las 9 y media anda a la casa. Ella lo vio durmiendo a las 3 de la mañana, anda se acuerda bien de esa hora porque esa hora siempre revisaba a su hijo que sufría convulsiones. Y esa misma noche vio con vida a los niños de Aidez jugando antes de que regresaran a su casa. Es decir, si Antonio estaba durmiendo a las 3 de la mañana y los niños estaban vivos a las 10, entonces su presencia en la escena no cuadraba con la versión de los hermanos Martínez. But esa coartada fue prácticamente ignorada durante el juicio. Los testigos lo mencionaban. Hablaron de su carro, hablaron de horarios que no cuadraban, y varios dijeron haberlo visto cerca de la casa, justo antes y después del crimen. Pero la fiscalía no quiso seguir ese rastro. Una vecina, llamada Maris García Ramos, que vivía en la misma calle 2 del barrio Las Lomas, fue una de las primeras en señalar algo que nadie quiso mirar con seriedad. Ella declaró that the noche of 1989, regresó a su casa cerca de 11 of the noche. Damaris lo reconoció al instante. El carro tenía un golpe in la parte frontal, un golpe que ella había visto muchas veces antes, which era inconfundible. Durante el contrainterrogatorio, the Fiscalía insinuó posibles vínculos entre ella y la familia de Antonio Ramos. Pero Damaris lo aclaró sin titubeos. No era amiga cercana de ellos, no tenía una relación personal, simplemente estaba diciendo la verdad de lo que vio. Su testimonio fue directo, fue claro, anda, fue completamente ignorado. Luego subió al estrado el Uzmindrina Feliciano González, vecina inmediata de Aide, and lo que ella contó puso la sala en tensión. El martes 27, aunque la policía encontrara los cuerpos, el Uzmindrina estaba conversando frente a su casa con la madre de los hermanos Martínez. Mientras hablaban, vio algo que nunca se olvidó. Un hombre saltó la verja de la casa de Aide hacia la calle. No salió por la puerta, no caminó, saltó la verja, anda seguido, abrió la puerta de un carro and se marchó en reversa hacia la calle opuesta. El carro, según ella, era el mismo Toyota azul con el golpe en el lado del conductor, el mismo que vio Damaris la noche anterior. Ella le dijo a su vecina, mira, ese hombre está brincando a la verja de Aide. Pensó que era el esposo de Aide, pensó que era Eduardo Morales. Not because loan visto peleando o amenazándola esa noche, sino porque sabía que ellos estaban separados, que discutían andar conocía bien esa casa. Al día siguiente, cuando se supo lo ocurrido, el Uzmindrina le contó lo que vio a su hijo y luego al fiscal Bertrand, quien la entrevistó allí mismo, frente a la casa donde ocurrió la masacre. Ella mantuvo la misma historia todo el tiempo, el mismo carro, el mismo golpe, el mismo salto de la verja. Nada. No tomaron fotos, no verificaron placas, no hubo acta, no hubo seguimiento. The testimony quedated in the aire as if not. Semanas, during a vista for discutable fiancé, loss Mindrina sent the public of the tribunal. At a moment, and petrificated. She inclined to one of the aguaciles and yourself a la verha. This hombre era Eduardo Morales, el esposo de Aide and el padre de Eduardo y Melissa. The sala quedó en silencio. Ese momento, my gente, valía oro, porque no era una especulación, era un señalamiento directo, una identificación presencial en la sala. Ese es. Y aún así, la fiscalía no movió ni un dedo. No abrieron una investigación alterna, no revisaron su coartada, no examinaron su ropa, no revisaron su carro, nada. Entonces, para evaluar si los Mindrina podría realmente haber visto lo que decía, el tribunal ordenó una visita al lugar de los hechos. Tres personas diferentes saltaron la verja frente al jurado para ver si era possible identificar a alguien under the position exactly, a distance of 10 cases. The recreación demostrar que su testimonio no era imposible, that it was angle, visibility, and distances sufficient for the salto and el carro. But inclusive with this validation, the fiscal ignorance that the esposo. Antonio y Juan Carlos querían tener relaciones con Aide. Ella se resistió, la desvivieron en un ataque violento y luego desvivieron a los niños. Una teoría terrible, perturbadora, y que levantaba emociones. But tenía un problema gigante. No había evidencia, ni una gota de sangre, ni ropa descarrada, ni trauma sexual, ni ADN, ni huellas, ni sangre, nada. Solo el testimonio de dos menores, Babi y Yoito, cuyas versiones cambiaron varios decenas de veces. The fiscalía necesitaba un motivo porque Aide no tenía dinero, no desapareció nada de valor, no hubo robo, no hubo forcejeo sexual. Entonces, en la sala Rodríguez se paró frente al jurado y les dijo que la motivación era el deseo sexual incontrolable, literalmente usó esas palabras. Construyó una historia dramática, como si estuviera narrando una novela basada únicamente en lo que dijeron dos niños que ni siquiera estaban in el lugar. Ella defendió su honor. Ella se negó, por eso murió. Un discurso diseñado para provocar indignación, furia, repulsión. Y funcionó, porque esa historia corrió por la prensa antes de que el jurado deliberara. El abogado de defensa Alvarado sabía que estaba peleando contra una narrativa, no contra pruebas. Y cuando llegó su turno, dejó algo claro desde su primera palabra. Aquí se ha construido una ilusión, una mentira. Y empezó a desmontar las teorías una por una. Aide estaba totalmente vestida, la ropa interior no estaba rota, el Instituto de Ciencias Forenses no encontró, las heridas no correspondían a la violencia, el cuerpo no presentaba trauma genital, el ADN no vinculaba a ninguno de los acusados. Las declaraciones oficiales contradictorias. El arma apareció cinco years ago in the casa de la madre del esposo. The escena del crimen contaminada, anda ubicado al esposo de Aide in the car. Antes de que el jurado escuchara una sola palabra, los periódicos ya habían publicado titulares como capturados los asesinos de la masacre de Trujillo Alto. Vecinos relatan el horror, admiten culpabilidad. No había un solo resultado forense. No había huellas, no había una arma confirmada, no había ADN, pero los titulares ya estaban escritos. Y en Puerto Rico, mi gente, lo que sale en la prensa pesa más que lo que sale en la sala. Los jurados no viven en una casa hermética. Ellos escuchan, ellos leen, tienen familia, tienen vecinos. And in 1992, when this caso fue a juicio, todo Puerto Rico creía que Antonio y Juan Carlos eran culpables. Después de 10 días de juicio, de declaraciones contradictorias, de evidencia incompleta, de testigos claves ignorados anda de agujeros, el jurado se retiró a deliberar, and no necesitamos mucho tiempo. Juan Carlos Melénde Serrano, 300 años de prisión. Tres condenas consecutivas por cada victim. Una sentencia que cayó como un martillo ante un país que quería cierre. Pero no justicia, cierre, porque el cierre is rápido. La justicia toma tiempo. La prensa celebró. Justicia para la madre, Trujillo Alto respira, dos peligrosos asesinos through the rejas. But there was no one mencionaba. The dudes, the inconsistencies, el ADN, la ropa interior, the testigos ignorados, the pruebas mal manejadas, el cuchillo sospechoso, la puerta sin forcejeo, la cadena de custodia rota, el esposo was señalado por three person, and Puerto Rico cerró el caso. Or, because the verdict had other planes. They decades i regresion with fuerza. But this sensation during, because the país dormía tranquilo, the fallas del caso siguen allí, calladas, guardadas via expediente, esperando. And the passenger, porque hay verdades, my gente, that aunque intenten echar tierra encima, no se mueren. Mientras ambos cumplían sus sentencias en cárceles de máxima seguridad, empezaron a llegar preguntas de todas partes. ¿Dónde estaban las pruebas forenses? ¿Por qué el crimen sexual no tenía evidencia física? ¿Por qué la ropa interior apareció dos años después? ¿Por qué testigos claves nunca fueron tomados en cuenta? ¿Por qué la escena no se protegió? ¿Por qué las declaraciones de Babi y Joito tenían tantas contradicciones? ¿Por qué el cuchillo apareció cinco meses después y en la casa equivocada? Y la más grande, ¿por qué nadie investigó al esposo de Aidez si había testigos que lo ubicaron en la casa? Pero en los 90, el sistema no tenía interés en reabrir lo que ya estaba resuelto. Así que ambos pasaron años gritando inocencia desde una celda, sin recursos, sin apoyo, sin nadie que los escuchara. Hasta que uno de ellos decidió dar el primer golpe. In enero de 2003, Juan Carlos Meléndez Serrano, desde su celda en Bayamón, presentó su primer recurso de Avias Corpus Federal. El Avias Corpus es una última defensa de un preso. Es pedirle al Estado, enséñame por qué me tienes preso. Y si no puedes probarlo, tienes que soltarme. Es el equivalente legal a gritar, esto no está bien, revísenlo aquí, algo está mal. El problema fue que el juez federal le pidió que presentara documentos que ni el propio Departamento de Justicia de Puerto Rico podía conseguir. Imagínense eso, un hombre que lleva años en prisión, sin computadora, sin internet, tenía que conseguir por su cuenta propia las transcripciones del juicio, las mociones, las apelaciones y todos los documentos oficiales del caso. Todo eso mientras estaba encerrado. Era imposible. Y como no pudo, el tribunal cerró su petición por falta de diligencia, no porque fuera culpable, no porque las evidencias en su contra fueran fuertes, no. Por purocracia, por tecnicismo, porque el sistema, en vez de escucharlo, prefirió seguir hacia adelante. But in the año 2006, algo inesperado ocurrió. El tribunal ordenó la liberación de ambos bajo fianza mientras evaluaban nuevas mociones alegando inocencia y fallas graves in el juicio. Por primera vez in más de una década, volvieron a pisar calle. But esa libertad duró poco. In 2009, el Tribunal de Apelaciones revocó la decisión y ordenó que ambos regresaran a prisión. Los arrestaron otra vez. Los devolvieron al mismo lugar, como si nada, como si no hubieran pasado allí 17 años ya, como si la ciencia no importara, como si el tiempo de un ser humano valiera cero. Y aquí, mi gente, el caso da un giro brutal. En 2010 se realiza un nuevo análisis serológico de los cabellos encontrados en la ropa interior de Aide. Y el resultado fue claro. Los cabellos no pertenecen a Antonio Ramos y tampoco a Juan Carlos Meléndez. En 2011, con esa evidencia nueva, las defensas presentan la primera moción formal para un nuevo juicio bajo la regla 192.1, y aquí argumentaban dos cosas. Una, que el fiscal Andrés Rodríguez Elías había incurrido en conducta indebida. Y numero dos, que había surgido nueva evidencia científica, los resultados de las pruebas serológicas realizadas sobre los tres cabellos públicos hallados en la ropa interior de Aide and otro cabello en la ropa de su hijo, que ponían en duda toda la versión del crimen. But el tribunal de primera instancia rechazó esa solicitud, diciendo que los acusados ya conocían las alegadas faltas del fiscal durante y no las habían objetado a tiempo, and that las comparaciones de cabello existían desde 1992. El problema era que esa tecnología todavía no existía en Puerto Rico in 1992, ni en 1999, ni in 2005. Literally, the país no tenía la capacidad técnica para realizarla. El ADN mitocondrial is distinto al ADN nuclear, mientras el ADN nuclear, el que todos conocemos, se degrada fácilmente con el paso del tiempo, el mitocondrial puede permanecer intacto in muestras viejas or deterioradas. Se hereda por la línea materna, lo que permite identificar coincidencias familiares incluso cuando la muestra está incompleta. In 2016, Puerto Rico aprobó la ley de ADN postsentencia, permitiendo por primera vez que convictos accedan a pruebas modernas. Una ley que permitió por primera vez que los convictos pudieran solicitar análisis genéticos modernos in busca de probar su inocencia. El espíritu de la ley era claro dar acceso a pruebas científicas que pudieran demostrar inocencia andar a identificar al verdadero culpable. The abogados no perdieron tiempo. Un mes después aprovecharon la opportunity and pidieron oficialmente que el Instituto de Ciencia Forenses realizara el análisis mitocondrial de los cabellos. The Department of Justicia no se opuso y el resultado fue exclusión científica total. Los cabellos encontrados en la ropa de Theresa pertenecían a ella misma. Ninguno de los dos convictos coincidía. Con esa evidencia en mano, esto era suficiente para cambiar el veredicto. Era el golpe que la defensa llevaba décadas esperando. Esa regla dice que si al analizar junto con la presentada originalmente, esa evidencia podría generar dudas razonables in the jurado, and this is exactly what the defense argument. Evidencia vieja, la evidencia nueva, los errores, las inconsistencias, el ADN, los testimonios ignorados, todo, y concluye que este caso merece un nuevo juicio. But el Departamento de Justicia apela y gana. En un fallo dividido dos votos contra uno, los jueces Waldemar Rivera Torres y Luisa Colón García reconocieron que el ADN mitocondrial no podría haberse obtenido en 1999, que no era evidencia repetitiva y que era creíble. Hasta ahí todo parecía justo. Pero luego vino la contradicción. El Tribunal de Apelaciones decidió no aceptar que ese ADN mitocondrial fuera más confiable que la comparación microscópica de cabello, a pesar de que los peritos explicaron científicamente lo contrario. El tercer juez in voto disidente advirtió thata conclusión iba contra toda lógica y contra la ciencia moderna. Pero fue mayoría quien prevaleció y el caso se queda en nada.

SPEAKER_01:

And me hiere como persona, pero a la misma vez me da satisfacción de que siempre hay alguien que me escucha.

SPEAKER_02:

Porque ya hemos visto cómo la investigación se contaminó, cómo la fiscalía fabricó un motivo, cómo se ignoró la ciencia andy cerraron las puertas one and otra vez. But what is otra liga? Aquí es donde entra gente que no le teme al expediente, ni a la política, ni a los nombres en mayúscula. Aquí entra el proyecto Inocencia de Puerto Rico. When ellos entran, the history cambia. In 2020, el proyecto Inocencia decide hacer lo que nadie más quiso leer el caso completo, página por página, contradicción por contradicción, y comparar todo con la ciencia. Lo que encontraron fue tan grave que el equipo legal decidió llevar el caso al sistema federal, no al estatal, no al apelativo, no al supremo, sino a la Corte Federal para el Distrito de Puerto Rico. Andienza a batalla de titanes. The abogados de Antonio Ramos Cruz someten su petición de Avias Corpus bajo la ley federal. Dentro estaban the evidencia científica nueva, los peritajes mitocondriales, las contradicciones del juicio, los testimonios ignorados, the fallas in the cadena de custodia, los errores del tribunal de apelaciones, las declaraciones incompletas andas desaparecidas. Era literalmente un expediente que pedía gritos. Esto estuvo mal, esto hay que revisarlo. Aquí el caso cae en manos del juez Francisco Bezosa, un juez federal, extremadamente estricto, respetado, serio, enamorado de dramas mediáticos. Un juez who no va a soltar solo porque lloraste. Tienes que llevarle hechos, ciencia, violaciones constitucionales, andas de que el sistema se equivocó. El caso de Antonio Ramos Cruz tenía todo eso y más. Para evaluar anias corpus, el juez necesita leer todo el juicio original, no un resumen, no un recorte, no a lo que dijo el tribunal. Necesita todo. Así que el juez Besosa ordena que le entreguen las transcripciones completas del juicio de 1992, certificadas, traducidas al inglés, completas en un plazo de 60 días. Suena básico, ¿verdad? Pues aquí es donde se cae la cara del Estado, porque la realidad fue que no existían traducciones, ni parciales, ni completas, ni nada. Y cuando el juez preguntó por qué, la respuesta que recibió fue una ofensa directa. Su señoría, traducir esas 8.000 páginas costaría alrededor de 130 mil dólares. No tenemos presupuesto. 130 mil dólares. Ese era, según el Estado, el precio de la justicia, el valor de la libertad de un hombre, el costo para poder revisar si alguien lleva 30 años en prisión por un error. Cuando el juez Pesosa leyó esa respuesta, se molestó y no un coraje de déjame escribirte una nota, no un coraje judicial de esos que quedan en récord, de esos que tienen consecuencias. El 1 de septiembre de 2023, el juez emitió una orden que sacudió a todo Puerto Rico. Hasta que el Estado entregue la transcripción completa y certificada del juicio, ordeno la liberación inmediata de Antonio Ramos Cruz. La razón? Porque no se puede mantener preso a alguien si el Estado no es capaz de producir las pruebas del juicio, que supuestamente lo condenó. Eso no es justicia, eso es detención arbitriaria. Un juez federal dijo básicamente: si ustedes no pueden demostrar por qué lo tienen preso, no tienen derecho a tenerlo preso. La noticia explotó en la prensa. Los titulares se dividieron. Juez federal libera convicto de masacre. Proyecto Inocencia celebra victoria histórica. Justicia dice que la decisión es peligrosa. ¿Peligrosa para quién? Para el sistema que lleva 35 años repitiendo una historia sin pruebas.

SPEAKER_01:

Hasta los vuelos guardias fueron para allá. And today aplaudirme because you create innocent. She's created. Because it's a gente, I'm innocent, mire the evidence. And those who convinced who have claimed for justice, for my testimony, in this case, we are innocent. It's the comments of a process that we will. But there are a person evocated. And we have the pressure to this. These are culpable. Those are culpable and you don't signal to anything, but the evidence who is accusing the evidence is who has the evidence, it's other people. And I think the people have the opportunity to provide our case. There are emotions. She has a fortaleza in the caminal, because in it is the fortaleza. In this moment, I think not in the guard because there are people integers and there are people who are integral and honest in the government that when they are on a person, they don't prejuices and iron because they accusate them, but there are many people who are innocent that you connect in the car who have reaction of culpability because they have offered many times, and they are innocent, but they have culpability of trade culpability one or two, but not prejuicing in the prime instance about those people, so indicate and averaging after a determination of those people.

SPEAKER_02:

A punta a manipulación del expediente, y si eso se confirma, estaríamos hablando del escándalo judicial más grande in the history moderna de Puerto Rico. Porque al final lo que está en juego no es solo el nombre de un hombre, es el valor del sistema de justicia de Puerto Rico. Porque no se trataría solo de un error, sino de una fabricación sistemática para sostener una condena injusta. Y todo, mi gente, por no admitir que el sistema se equivocó. Mientras tanto, en los tribunales de Puerto Rico la reacción fue defensiva. El Departamento de Justicia publicó un comunicado donde literalmente dijeron que respetaban la decisión del Tribunal Federal, pero que entendían que el señor Ramos Cruz fue convicto debidamente y que el ADN no altera los hechos del caso. ¿Cómo que el ADN no altera los hechos del caso? El ADN es el hecho. La ciencia no miente, la biología no tiene ideología. Y si la ciencia dice que Antonio Ramos no estuvo allí, ¿a quién están protegiendo? El 13 de diciembre de 2024, después de analizar todos los testimonios, la evidencia vieja, la evidencia nueva, el ADN, los peritajes, las contradicciones del Tribunal de Apelaciones, la conducta del fiscal, las fallas del juicio, el expediente incompleto, el juez federal escribió lo que nadie in Puerto Rico se atrevió a escribir in 35 años. La determinación del Tribunal de Apelaciones se basa en una apreciación irrazonable de los hechos. La petición del habeas corpus se concede. Esas palabras son dinamitas. El juez dijo la ciencia no contradice la teoría del crimen. La evidencia no sostiene la condena. El Tribunal de Apelaciones mintió en su razonamiento. Se ignoraron hechos esenciales. El caso debe volver a juicio o el hombre debe ser liberado. Y el Estado, ¿cómo respondió? Con lo mismo de siempre. Dilación, excusas, mociones para ganar tiempo. Era una sanción procesal, pero también una declaración de principios. El Departamento de Justicia apeló la orden, argumentando que el juez Besosa se excedió en su autoridad, pero el propio juez reafirmó su decisión. No es un exceso de autoridad liberar a alguien quien ha estado preso tres décadas sin que el Estado pueda producir el expediente completo de su juicio. Porque mientras dos hombres han envejecido en prisión, el verdadero agresor sigue libre. Libre, caminando por la calle, posiblemente con familia, con trabajo, con vida, libre desde 1989. Y con un detalle que el juez federal subrayó entre líneas. Ese hombre pudo haber estado más cerca de lo que todos piensan. Tres vidas fueron apagadas, dos hombres podrían haber perdido más de tres décadas injustamente. Y un agresor, un asesino brutal de una madre y sus dos niños nunca enfrentó la justicia, porque la ciencia lo dice, los testigos lo dicen, las transcripciones lo insinúan, and el silencio del Estado lo confirma. 35 años después del crimen, la historia da un giro inesperado. La evidencia que una vez se usó para condenar a dos hombres hoy podría liberarlos por completo. 35 years after the madrugada del 26 june of 1989, the history part of two. Gente inocente who pagó con su vida anda por errors that no one quiso corregir, because in this system admitted unrest parece ser más difícil que cometerlo. 36 años. Este es el tiempo que lleva Antonio diciendo lo mismo. 36 años de gritar en silencio, de pasar la vida por una ventana con barrotes y aún así mantener la fe. Esa decision was a mensage, and not only for Puerto Rico, un recordatorio that the justice no is a statua ciega, it is humana, and for this puede corromperse, but the verdict siempre encuentra grietas por donde filtrarse, aunque pasen años, aunque los poderosos intenten sellarlas, aunque los expedientes desaparezcan, la verdad no muere, solo espera. Tal vez al día, cuando la ciencia termine, lo que la justicia no pudo, el verdadero asesino. Tal vez ese ADN anonymo tenga nombre andar, and this year Puerto Rico tendrá que mirarse al espejo y reconocer que durante mostrada culparon a los equivocados. The espejo is roto, sí, pero todavía refleja algo. Refleja lo que somos, lo que permitimos andar. The pregunta verdadera is cuántos antonios más hay allá afuera, cuántos están pagando por los errores que otros encubrieron. Si Puerto Rico quiere sanar, tiene que mirarlo de frente porque la justicia verdadera no le teme a la verdad. And mientras la verdad siga abriéndose paso entre el ruido, una pregunta queda suspendida en el aire. ¿Qué pasa cuando el Estado se equivoca, pero le toma más de tres décadas reconocerlo? En este caso, la justicia no llegó a tiempo, pero tal vez por fin esté llegando. Llegados a este punto, ya vimos lo que pasó a aquella madrugada, ya vimos lo que la policía hizo, lo que no hizo, lo que inventó, lo que ignoró, lo que destruyó. Vimos el ADN, las pruebas, las contradicciones, los testigos, el sospechoso alterno y la evidencia científica que Puerto Rico decidió no mirar. Pero ahora tenemos que recordar algo más grande, algo que va más allá de Antonio, más allá de Juan Carlos y más allá de los tribunales. Tenemos que recordarlos a ellos, a IDE, a Melissa y Eduardito, porque esta historia nunca debería haberse tratado de otra cosa. Mientras Puerto Rico discutía que si culpables, que si inocentes, que si ADN, que si abogados, fiscales, nadie hablaba de lo importante. Un perrito esperando días sin entender. Los juguetes tirados, el televisor prendido, la nevera cerrada, and los niños en silencio. Imagínense eso, mi gente. Imagínense ese hogar antes del horror. Imagínense la rutina, las risas, los platos de comida, las ropitas dobladas, los zapatitos chiquitos en la entrada. Andrew el vacío. Ese vacío es lo que Puerto Rico nunca debió permitir. Con el pasado, la masacre de Trujillo Alto dejó de ser un crimen y se convirtió en una guerra. Una guerra entre fiscales, defensas, jueces, políticos, periodistas andariendo su reputación. El foco dejó de ser la verdad y se convirtió en un quien tiene razón. Mientras tanto, la familia enterró a tres. Tres. Y todavía yo sé que aunque ellos digan que Antonio y Juan Carlos fueron los culpables, se me hace imposible creer que no existe en ellos esa duda, la espinita que les diga a ellos, y si ellos no fueron. Porque si tú cometes un crimen, la historia cambia, los detalles se mueven, la versión se adapta. Pero cuando tú eres inocente, solo tienes una historia, la misma todos los días. Porque ya no es pregunta. El sistema falló. Falló al no proteger la escena, al ignorar la ciencia, al manipular los testimonios, al no investigar un sospechoso alterno, al alterar las transcripciones, al perder evidencia, al no traducir el expediente a tiempo, al desobedecer al juez federal. Y falló sobre todo al no buscar al verdadero asesino, porque mientras Puerto Rico celebra un cierre, la verdad apenas comenzaba a gritar. Ese hombre todavía está libre, desde 1989. La justicia no es un acta, no es un titular, no es un veredicto leído en la sala. La justicia es una deuda con tres vidas y Puerto Rico, mi gente, todavía no la ha pagado. Si Puerto Rico quiere sanar, tiene que mirar este caso de frente, sin miedo, sin excusas, sin egos, sin proteger a nadie, porque la verdadera justicia no teme a la verdad. Y yo, como siempre, voy a seguir contándola. Así que quiero dejarlo a ustedes con estas preguntas. Mi gente, ¿creen que Antonio y Juan Carlos tuvieron un juicio justo? ¿Confían en las confesiones de Baby y Yoíto? ¿Qué piensan del ADN mitocondrial que apunta hacia un hombre del entorno cercano? ¿Ustedes creen que este caso necesita un nuevo juicio, sí o no? Y sobre todo, ¿creen que la persona que realmente cometió este crimen está libre? Comenten abajo, mi gente, ustedes saben que yo siempre leo todos mis comentarios y este tema hay que hablarlo. Puerto Rico merece claridad. La familia de Aide, Melissa y Eduardito, merece justicia. And los acusados, si de verdad no lo hicieron, merecen algo que les quitaron más de tres décadas atrás. Un juicio limpio. Este caso no está cerrado, no mientras existan preguntas sin respuestas. No mientras haya un asesino sin nombre, no mientras la verdad is enterrada topia. My gente, gracias por ver este video for completo. Gracias por darle a esta historia, por sentir con me, for not mirar atrás. And if this contention imported, if there importable law, if there importable the value, compártelo, dale un like, suscríbete si no lo has hecho. Los quiero mucho. Muchas gracias. Nos vemos in the episode. Déjenme saber qué otra historia quieren escuchar. Ando muchas. Muchas gracias. Andrés, Delitos de Sangre. Bye.

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