Delitos de Sangre

La Masacre de Trujillo Alto: El caso que dividió a Puerto Rico/ PARTE 1

Magaly Rivera Season 2

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Un olor imposible de olvidar, una puerta forzada con cuchillos y un barrio que mira hacia adentro buscando respuestas. La masacre de Trujillo Alto no solo quebró a una familia; también desnudó un sistema que dejó escapar la verdad entre cámaras, rumores y protocolos a medias.

Nos adentramos en la vida de Aide Teresa Maimí Rodríguez y sus hijos, Melissa y Eduardo, para entender el contexto de una noche marcada por gritos, ventanas vigiladas y decisiones que pesan hasta hoy. Reconstruimos el caos de la escena: agentes, curiosos y periodistas caminando sobre evidencia; cuchillos ignorados por no “ver” sangre; huellas sin valor comparativo; y una orden de limpieza que obligó a la familia a lavar paredes y quemar colchones, borrando rastros críticos. Las autopsias revelan patrones que sugieren cercanía emocional con el agresor, mientras posibles líneas de investigación quedaron sin explorar a fondo.

Cinco meses después aparece un “cuchillo clave”, con peritajes discutibles y una cadena de custodia cuestionada. A la par, testigos adolescentes cambian su versión tras largas horas de presión, añadiendo un relato que incrimina a dos jóvenes del barrio sin soporte físico claro. Examinamos contradicciones, coartadas sin verificar y la manera en que una historia conveniente puede imponerse cuando faltan pruebas y sobran prisas. Más que un true crime, es un espejo de errores que aún se repiten: escenas mal protegidas, familias revictimizadas y expedientes que pierden piezas esenciales.

Si buscas un análisis profundo, humano y directo, aquí está. Escucha, compara versiones y forma tu criterio sobre un caso con tres víctimas y demasiadas preguntas abiertas. Suscríbete, comparte y déjanos tu opinión: ¿dónde se rompió la justicia y qué pista te parece clave para reconstruirla?

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SPEAKER_01:

Una madre y sus dos niños pequeños fueron hallados sin vida dentro de su hogar en Puerto Rico. Pero lo que más duele no es solo cómo perdieron la vida, sino cómo el sistema los olvidó. Evidencias perdidas, confesiones dudosas y décadas de silencio mancharon la verdad. Esta es la historia de Aide Teresa Maimí Rodríguez, Melissa y Eduardo Morales Maimí, la familia detrás de la masacre de Trujillo Alto. Si no lo has hecho todavía, suscríbete al canal para que no te pierdas cuando publico un video nuevo. Dale un like y compártelo para que este caso y delitos de sangre lleguen a más personas, y además de que eso ayuda muchísimo al canal. Hoy vamos a hablar de uno de los casos más tristes, más injustos y más retorcidos in la historia criminal de Puerto Rico. Un caso que rompió familias, destruyó reputaciones y dejó una pregunta imposible de ignorar. Y si los hombres que llevan más de 30 años en prisión son en realidad inocentes. Esta historia es larga, sí, pero cada segundo vale la pena porque lo que van a escuchar hoy solo tiene sentido si se conoce desde el principio hasta el final. Era finales de junio del año 1989. Trujillo Alto, Puerto Rico todavía era un municipio tranquilo, los vecinos dejan la puerta entreabierta and the niños juegan frente al portón sin miedo. In a casa pequeña del sector Las Lomas vivía Aide Teresa Maimí Rodríguez, a trabajadora conocida anda. Aidez, Eduardo Enrique, de cinco años, and Melissa de apenas 3. Era una familia sencilla, pero en crisis. Aide llevaba separada del padre de los niños aproximadamente dos meses, and los vecinos había traído discusiones, rumores y cierto aire de tensión al vecindario. Nada quisiera pensar que algo tan espantoso podía pasar, hasta que una mañana el silencio se volvió insoportable. El 28 de junio de 1989, los vecinos empezaron a notar algo raro. El buzón de la casa de Aide estaba lleno, nadie entraba o salía de la casa, y lo más alarmante, el olor. Ese olor inconfundible, el que nadie quisiera oler jamás. El olor a la muerte. Un vecino alarmado llamó a la policía. Otros tocaron la puerta, gritaron el nombre de Aide. Nada, nadie respondía. Y entonces alguien vio algo aún más inquietante. Una nube de mosca saliendo por una rendija del baño. Ahí cambió todo. Los vecinos, desesperados y asustados, aunque llamaron a la policía también, decidieron entrar. Algunos llevaban cuchillos no para atacar, sino por miedo, porque no sabían qué podían encontrar dentro. Cuando llegaron los agentes, lo primero que sintieron fue un calor sofocante. La casa estaba cerrada, sin aire, cargada de ese olor pesado y nauseabundo. Todo parecía detenido en el tiempo. Habían juguetes en el suelo, una silla caída, una toalla empapada y un silencio que gritaba. En el baño del segundo piso encontraron el cuerpo de Aide, sumergido parcialmente en la bañera y cubierto de sangre. Y los niños, esa fue la escena más desgarradora de todas. Sus cuerpecitos estaban dentro de una nevera. La imagen fue tan brutal que hasta los agentes veteranos tuvieron que salir, algunos vomitaron. Era imposible procesar lo que estaban viendo. Y aquí, mi gente, comienza el verdadero horror. Porque lo que vino después no solo destruyó el recuerdo de Aide, Melissa y Eduardo, también destrozó la posibilidad de justicia porque después del crimen vino algo casi igual de cruel. Una investigación manchada por errores, manipulación y abandono, como si la muerte de esa familia no hubiera sido suficiente. Y mientras la comunidad trataba de entender lo imposible, los medios llegaron, y con ellos el caos. Las versiones empezaron a correr como pólvora. Se hablaba de un crimen pasional, de venganza, incluso algunos decían que había sido un robo. Pero lo cierto es que la policía no tenía ni idea de por dónde empezar. Y peor aún, la escena del crimen, la evidencia más importante en un caso así, fue destruida, contaminada y manipulada desde el primer instante. Los familiares, sin instrucciones claras, comenzaron a limpiar, porque el olor era insoportable y la policía lo permitió, sin acordonar, sin sellar, sin preservar absolutamente nada. Imagínense eso, un triple desvivimiento, y el lugar donde ocurrió todo alterado antes de que llegaran los peritos. Desde ese instante, el caso estaba condenado. Pero todavía faltaba lo más extraño, porque entre los objetos recogidos por la policía había uno que no encajaba. Un cuchillo encontrado aproximadamente cinco meses después del crimen. Cinco meses después, así como lo escucha. Y cuando apareció casi por arte de magia, se convirtió en la pieza clave para sostener una historia que pronto haría caer a dos jóvenes del barrio. Pero antes de llegar a eso hay que entender quién era Aide, qué pasaba en su vida y por qué algunos dicen que ella temía por algo días antes de perder la vida. Porque si realmente hubo una advertencia, una amenaza o alguien la vigilaba, entonces la masacre de Trujillo Alto no fue un crimen al azar, fue un mensaje, anda de que ese mensaje quedara enterrado junto con ellos. Por eso antes de hablar del crimen, hay que conocer a las personas detrás de los titulares, porque esta historia, mi gente, no empieza con sangre, empieza con una familia. Antes de ser noticia, Aide fue una madre, fue vecina, y fue una mujer que solo quería salir adelante. Aide, Teresa Maimí Rodríguez era una joven madre de 24 años, trabajadora de carácter tranquilo, reservada, pero con una sonrisa cálida que muchos en el barrio recordaban. En 1984, Aide contrajo matrimonio con Eduardo Morales Kohlberg, del cual desconocemos su edad, and esta no aparece en ningún lugar donde yo tuve acceso. But juntos tuvieron dos hijos, Eduardito, nacido in 1984, and Melissa en 1986. In April of 1989, ellos hicieron la compra de lo que se convertiría in su hogar in Las Lomas in Trujillo Alto. Una casa pequeña oficina, sencilla but limpia, ordenada anda de vida. The casa necesitaba algunas reparaciones, but for the moment era perfecta para ella y su familia. The casa delantera anda. In the primer, the cocina, el comedor, el laundry and medio baño. And in the second piso, three habitaciones de dormir anda. But at the time of mud, pasaron al menos dos meses afirma que se mudaron a esta nueva casa, la pareja decidió separarse. Andos, esa separación no había sido nada fácil. But as Eduardo, Aide quería estar sola, quería encontrarse a sí misma, quería tiempo para pensar. Eduardo se fue a vivir a la casa de su mamá en el pueblo de Santurce. Eduardo, aunque ya no vivía allí, seguía presente en la vida de sus hijos y los visitaba con frecuencia. Aide había pasado por momentos difíciles, pero ella seguía adelante. Se levantaba temprano, preparaba a sus niños para la escuela y luego salía a trabajar al supermercado grande. Era el tipo de mujer que no se rendía fácilmente. Amaba a sus hijos más que a nada en el mundo y hacía todo lo posible por darles una vida estable. Su motor eran sus hijos, Eduardo Enrique, de 5 años, era inquieto, curioso y muy unido a su mamá. Y Melissa, quien tenía apenas 3 años, era dulce y cariñosa, siempre con un lazo en el pelo y una muñeca en la mano. Los vecinos de Aide la describían como una madre ejemplar. Era cariñosa con sus hijos, siempre al pendiente de ellos, siempre amable con todos, pero con una mirada que en los últimos días parecía más preocupada. Algunos decían que había mencionado sentir miedo, que no se sentía segura, aunque ella nunca especificó de quién ni por qué. Era una mujer fuerte, pero algo la estaba inquietando. Aide también tenía sus amistades, y entre las más cercanas estaban Antonio Ramos Cruz y Juan Carlos Melénde Serrano, dos jóvenes del barrio que la visitaban con frecuencia. Se conocían desde algún tiempo y mantenían una relación de confianza de lo común in un vecindario that's. Aide también mantenía contacto con otras personas, entre ellas un hombre con quien, asia, tenía una relación sentimental. No era un secreto, pero tampoco era algo de lo que ella hablaba abiertamente. And suele pasar in los pueblos pequeños, los rumores corrían rápido. Algunos decían que el padre de los niños no aceptaba esa nueva relación, pero nada de eso se tomó con seriedad. And the policy llegó aquel día a la escena del crimen, todas esas advertencias, todas esas señales se perdieron entre el caos. The noticiarios de la época llamaron la masacre de Trujillo Alto, and at this moment el país quería respuestar. ¿Quién podía hacerle algo así? El primer sospechoso fue naturalmente el más cercano, el padre de los niños, Eduardo Morales Kohlberg, un hombre conocido in the community, trabajador, pero que, según varios vecinos, había tenido discusiones recientes con Aide. La relación estaba rota, y como suele pasar, había resentimiento de ambas partes. Pero regresemos a los días previos al crimen. El domingo 25 de junio de 1989, Aide pasó el día rodeada de familiares, entre ellos su prima Nidia Magali Augusto Rodríguez, a quien vamos a llamarle Magali porque así es como la llaman todas las fuentes. Aide y Magali eran como hermanas. Según el documento judicial, supongo que esta fue la declaración de Magali. Pero ese domingo, juntas Aide y Magali asistieron a una celebración religiosa en la playa. Ellas cantaron, disfrutaron música de coro y cada una se tomó una cerveza. Sus hijos, Eduardito y Melissa, no estaban con ella porque pasaron ese fin de semana con su padre y los abuelos paternos. Al caer la tarde, alrededor de las seis, Aidea y Magali fueron a casa de un familiar en Santurce. Y luego de eso, a las 7 de la noche, se dirigieron a una discoteca llamada Pegisú en la parada 18, que, al menos por lo que pude encontrar en Google Maps para el año 2016, era el Club Maya, y hoy aparenta ser un local deshabitado. Pero como ellas no tenían dinero para entrar, se quedaron casi una hora afuera, sentadas conversando, y después de eso condujeron de regreso hacia Trujillo Alto para la casa de Aide. Por carretera, el tiempo de viaje en ese vehículo en ese entonces podría haber sido alrededor de 15 a 25 minutos. Según Magali, ella recuerda haber llegado al duplex en Trujillo Alto alrededor de las 8 y 45 de la noche. Ya estaba oscuro afuera y solo había un poste alumbrando la carretera. Aquí Magali se queda un rato hablando con Aide mientras su carro aún estaba encendido afuera. Aide la invita a pasar a la casa, pero Magali le dice que no. En ese momento, Magali se percata que habían unas personas cerca de donde ellas estaban, pero ella no le prestó atención y no se fijó en quiénes eran los que estaban allí. Una joven del vecindario, Bárbara Martínez, conocida como Baby, quien era bien amiga de Aide, casi como su hermanita, se acercó a hablar con Aide. Esto yo no lo entiendo mucho porque, como era que era como una hermana menor, si según el documento, Aide llevaba apenas dos meses viviendo en esa casa. Y ella se había acabado de conocer. Pero aquí Magali se despidió de Aide, le dijo, llámame mañana, me tengo que ir, y se fue. Poco después, alrededor de las 9 y 5 de la noche. Y aquí quiero que tomen en cuenta el tiempo, porque Magali dice que ella recibió la llamada telefónica de Eduardo Morales, el ex de Aide, a las 9 y 5 de la noche, como dije, quien le preguntó dónde estaba Aide y qué habían hecho ellas durante el día. Magali no le menciona nada de la discoteca por miedo a la reacción de Eduardo, y Eduardo le comenta que iba de camino a llevarle a los niños. Aide. Según su propio testimonio, Eduardo llegó a la casa de Aide con los niños entre las 8, 8 y media y 9 de la noche. Eduardo los saludó brevemente y entró a la casa con los niños. Esta llamada sería la última vez que alguien hablaría con Aide estando con vida. Según Eduardo, ellos se quedaron hablando dentro de la casa algunos 45 minutos. Él abrazó a sus hijos, los besó, le dijo que se portaran bien, que cuidaran a su mamá y se marchó hacia su casa, hacia la casa de su madre en Santurce, donde según él llegó alrededor de las 10 de la noche. Ahora existe otra versión de esa noche en la que, según contó una vecina llamada Margarita Cruz, los nenes de Aide fueron un momento a visitarla. Jugaron con los sobrinos de la señora, y a eso de las 10 de la noche, Aide los llamó para que regresaran a su casa, y esa fue la última vez que alguien los vio con vida. Nadie lo sabía, pero el reloj ya había empezado a correr hacia la tragedia. Antes de que los vecinos encontraran los cuerpos, pasaron varios días de silencio, días en los que nadie llamó, en los que nadie tocó la puerta, y nadie se imaginó que dentro de aquella casa ya no quedaba vida. Tres días después, el 28 de junio de 1989, los vecinos comenzaron a notar un olor insoportable que emanaba de la casa de Aide. Entre ellos estaba su vecino Narciso Meléndez Pérez, quien llamó a la policía alrededor de las 9, 9 y media de la mañana. Cuando llegaron los agentes, Narciso y otro vecino llamado Luis Campos Encarnación saltaron la verja para abrirles el portón. Intentaron entrar por las puertas, pero las puertas estaban cerradas, andar, fue a buscar unos cuchillos y se los entregó a los agentes para que intentaran abrirlas. Pero nada funcionó andaron que quitar cinco paneles de cristal de la ventana de la cocina para poder entrar. Luis Campos fue el primero en entrar, seguido por los agentes y el propio Narciso. Esta información aparece en el documento que es parte de las declaraciones de los agentes. Es algo que me crea un poco de confusión porque si ya los vecinos, porque al menos tres personas habían entrado, ¿por qué tuvieron que ir a buscar otros cuchillos para entrar? Pero bueno, al abrir la puerta principal, Luis Campos le dice a los policías que le dijeran al fiscal que fue él quien tocó la puerta, dejando claro que no quería ser acusado de alterar la escena. But what was the siempre. When Luis Campos logró abrir la puerta principal and le dijo a los policías que lo siguieran hasta el segundo piso, and the agent detrás de él when Luis Campos descubrió el cuerpo de Aide in the bay. Le mostró a los oficiales donde se encontraba el baño. Curiosamente, el pasillo that conducía hasta allí no tenía rastros de sangre. The policies entraron al cuarto de Teresa, donde apagaron un televisor and un abanico que aún estaban encendidos. Pero el olor, ese olor a muerte, era tan insoportable que tuvieron que salir al patio porque no podían respirar. Luis Campos le dijo que faltaban los dos niños y el perro de la familia. Aquí los agentes vuelven a subir y abrieron las puertas de los otros cuartos, pero no encontraron nada. Minutos después, empezaron a llegar más y más policías hasta que la casa se llenó de personas. Agentes en uniforme, agentes sin uniformes, vecinos curiosos, periodistas y pura confusión. El agente Jean Casillas Feliciano, un policía estatal asignado a Trujillo Alto, recibió el aviso de que había encontrado un cuerpo sin vida in la calle 2 de las lomas de Trujillo Alto, el cual era su propio vecindario, anda misma calle. Jean le pidió permiso a su sargento para ir hasta la escena anda de Aide alrededor de las 9 de la mañana. When llegó, la casa estaba llena de varios compañeros del cuartel and vecinos amontonados frente a la casa. But como dije antes, el olor era tan fuerte que muchos no podían ni acercarse a la puerta. Luis Campos, que ya había estado adentro, le ofreció una toalla empapada con Vicks para que se cubriera la cara. Dean se la colocó en la cara, respiró profundo y subió a las escaleras. Lo que Dean vio lo marcó para siempre. Vestía a suéter color verde militar that's pantalones cortos desabrochados. Haven't been moscasted revolotean by the baño, especially at the ventana certain of the bañera. But if there was something that disconcert in this moment was that he noted the presence of sang, in the baño ni in the pasillo, and the bañera was limped. And to take in cute that aunque, the casa de Aide no. Había sangre en el colchón, pero no en las paredes, lo que indicaba que alguien limpió la escena y la sangre que quedaba estaba coagulada. El cuarto tenía ventanas entreabiertas. In la sala había un pequeño desorden, pero no aparentaba ser un robo. Una botella de cerveza por Weiser estaba sobre una mesita. Había otras botellas vacías que estaban en el piso, junto con un paquete de cigarrillos y un cigarrillo de esos que no son cigarrillos. Dean le comentó a los agentes de homicidio que corrían rumores de que el padre de los niños, Eduardo Morales, podría haber cometido el crimen y haberse llevado a los niños. Aquí vuelven a revisar los cuartos sin éxito. El problema era que la escena del crimen se había convertido en un circo. Había curiosos dentro de la casa, había vecinos, periodistas y había hasta personas buscando al perro de Aide. El fiscal Beltrán gritó varias veces que se salieran, pero nadie le hizo caso. Periodistas del vocero y del canal 11 entraron libremente y tomaron fotos del cuerpo. El teniente Rivera fue a la cocina, vio una lámpara pequeña, varios cuchillos sobre la mesa y alimentos que, como dijimos, deberían haber estado en la nevera, como que no se veía bien, y le pide a un camarógrafo de la prensa que encendiera un foco para alumbrar el área. Imagínense eso, la policía procesando una escena con la ayuda de la prensa. El teniente Rivera tomó uno de los cuchillos en la mano, pero no lo examinó simplemente porque había demasiada gente y desorden. Otros cuchillos también fueron encontrados fuera de la casa, pero él decidió no incautarlos porque los cuchillos no tenían sangre. Según él, si no tenía sangre, si él no veía sangre, no era evidencia. Ignoró por completo el protocolo que exigía llevar todos los objetos al cuartel para examinarlos. Pero en cambio, sí salió al frente de la casa para dar declaraciones a los reporteros. Mientras tanto, el fiscal Beltrán trataba de reconstruir in su mente lo que había pasado. Dean le comentó que parecía que Aidea había estado limpiando la nevera, ya que los estantes estaban fuera sobre la mesa, pero él vio unos pantaloncitos de niño con sangre and un cuchillo y ordenó incautar esa evidencia. Dean notó que parecía que él o los que cometieron el crimen limpiado ese cuello con los pantalones del niño ando allí. But guantes ni cuidado lo levantó ando in el fregadero junto con otra utensilios ando los pantalones del niño. The disorder. The fiscal Bertrand side correct, no together. Impact did that if the niña, the niche, the tablillas of the never. Rivera and the part inferior of the never, and all the cup of Eduardo. And Rivera desprender and hermano. Había sangre dentro del congelador and the refrigerator. Melissa no presentaba heridas visibles, but su cuerpo estaba cubierto de una capa de hielo grueso. Eduardo tenía varias heridas punzantes en la espalda. Los cuerpos de los niños fueron hallados tres horas después de la llegada de Dean a la escena. Él mismo después dijo que si no llegaba a abrir la nevera por accidente, se habrían llevado a la madre al funeral and nadie habría encontrado a los niños. Dean describió la escena como un desastre total, sin control, todo el mundo tocando todo, moviéndolo todo, mientras periodistas fotografiaban el horror. In sus palabras, la escena no fue protegida como debía ser protegida. El fiscal Carlos Beltrán dio una orden clara that se incautaran las sábanas manchadas de sangre del cuarto de Aire for análisis andan los cuellos de la cocina, homicida. Sin embargo, aunque él mismo vio varios agentes cargando two cajas, the álbumes of photos and objets that parecían relevantes, más tarde descubriría que por alguna razón inexplicable los cuchillos nunca fueron ocupados. Bertrand and Jorge Rivera ordenaron al agente Frank Figueroa Álvarez procesar la cocina, la sala, las ventanas, andial superficie pulida in busca de huellas dactilares. Pero Figueroa no levantó huellas del área donde se halló el cuerpo de Aide. También porque había demasiada gente tocando todo contaminando la escena. Según su propio testimonio, solo tres oficiales estaban usando guantes. The mayoría de las huellas que intentó levantar no tenían valor comparativo. Los reporteros y curiosos que nada se metían por todo, mirando, tocando, obstaculizando su trabajo. Tampoco se levantaron huellas in el cuarto de los niños. Bertrand pidió que se analizaran los envases de leche andos artículos que estaban dentro del refrigerador, but no se levantó ninguna huella. When Figueroa trató de procesar el medio baño del primer piso, notó algo perturbador. Alguien las manos allí y hasta había tirado la cadena. El agua del inodoro tenía un tono rojizo como sangre. Finally, in the escena se levantaron cuatro huellas. Dactilar, although three were documented officially in the expediente of the Institute of Science Forenses. And in the information of the agent Pablo Quiñones, who had the investigation initial, three huellas were enviated at the laboratory. Figueroa advirtió a sus superiores que los cuchillos de la cocina debían enviarse a laboratorio para tratamiento adecuado de huellas, but su sugerencia fue rechazada andada. At the 2 and 30 of the family de Aide llegó a la casa in lo más de Trujillo Alto, todavía in shock for the notice. And the paredes estaban salpicadas de manchas, the whole no se había visto antes. El colchón principal, one and two more pequeñas. Al entrar al baño, el horror. El cuerpo de Aide, but quedaban restos humanos en la bañera cubiertos de sangre. Había larvas andor era insoportable. In the cuarto de Melissa no había rastros de sangre. El cuarto de Eduardo estaba intacto. Cuando Magali bajó por las escaleras, notó sangre por los pasamanos y le dio la impresión de que alguien había limpiado el piso porque la cantidad visible no coincidía con la magnitud de lo que había pasado en esa casa. En el canasto de ropa sucia encontró ropa interior de Eduardo y un suéter ensangrentado. Yo creo que Magali hizo una mejor investigación que la misma policía. Abrumada, Magali cerró la puerta, salió de la casa, que seguía sin vigilancia policial y se dirigió al Instituto de Ciencias Forenses. Allí en el Instituto de Ciencias Forenses estaba la familia de Aide y el papá de Aide atacó físicamente a Eduardo Morales, gritándole que él le había quitado la vida a su hija.

SPEAKER_02:

Si fue el marido, yo te juro por Dios y por todos los santos que yo los voy a matar.

SPEAKER_01:

Después del hallazgo del 28 de junio de 1989, los agentes lo entrevistaron como parte del círculo inmediato de la víctima. Los agentes de la policía de Puerto Rico lo citar a Eduardo Morales, el padre de los niños, el mismo día o al día siguiente para entrevistarlo, y era lógico, era el ex esposo de Aide, era el padre de los niños asesinados y había pasado tiempo con ellos antes del crimen, además de que ellos estaban separados. Sin embargo, su interrogatorio fue breve, and el expediente y testimonios posteriores, ese interrogatorio no duró ni una tarde completa and no se les sometió a una investigación de seguimiento. Según los informes, Eduardo dijo que había visto a sus hijos por última vez el fin de semana anterior, cuando pasaron tiempo con él, que se los devolvió a la madre sin notar nada inusual, andar declaró que él no tenía conflictos recientes con Aide. En menos de cinco días, los investigadores lo eliminaron formalmente como sospechoso. A pesar de su vínculo directo, los investigadores no encontraron evidencia física ni testigos que lo colocaran en la escena del crimen a las horas del asesinato. Y tampoco había huellas suyas entre las levantadas oficialmente y no se estableció ningún móvil claro que lo señalara directamente.

SPEAKER_03:

Era mis angelitos, eran los dos seres que yo más quería y por los que yo más empeñaba y dedicaba todo el tiempo de mi vida.

SPEAKER_01:

El argumento fue ese mismo que no había evidencia física ni biológica. Su coartada que supuestamente a los niños la noche del domingo, y esta no fue contradicha directamente por nadie. Además, él se presentó como un padre afectado, cooperador, and with buen comportamiento during. The patologa forense, the doctor Lidia Álvarez, realizó las autopsies de Aide, Eduardo and Melissa. Sin embargo, ella no testificó in the juicio because she was a successor, the doctor Ofelia Vera, testificated in such a explicit forensic, but are necessarios, because this case is complicated and demasiados e inconsistencias. Según el informe de la Doctor Álvarez, Aideas de Arma Blanca in the pecho de 4 pulgadas de profundidad, todas penetrando el corazón, atravesando de frente a atrás, de derecha a izquierda, anda arriba. Aidez defensivos in ambas, signos claros that intentation luchar for su vida and the cuerpooting avanced.

SPEAKER_00:

Presentava three heras of arma blanca in the tórax and had two defense, one in each one.

SPEAKER_01:

Melissa, dear 3 años, sufrió dos puladas en la espalda. Las heridas perforaron sus pulmones, pero estos no causaron una muerte instantánea, and la patóloga, la niña pudo haber sobrevivido si hubiera recibido atención médica inmediata. Su cuerpo también mostraba signos de descomposición, como coloración verdad in el abdomen, and larvas en el cuero cabelludo, indicando que había estado sin vida más de 40 horas.

SPEAKER_04:

El cadáver de Melissa, la niña de 3 años, estaba tan congelado que Álvarez tuvo que esperar al otro día para hacer la autopsia.

SPEAKER_01:

Sin embargo, the doctor explicó thatiene la composición, algo que implica that Melissa was in the freezer alreded of 40 hours of morning. Alguien, quiz an asino or a cómplice, regresó top for the freezer. Eduardito perded the position of his wife. Ahora, más tarde, se habló también de que Melissa tenía señales de defensa en sus manos y que también había recibido una herida punzocortante en la parte delantera del pecho, la cual es utilizado para contradecir a la doctora, ya que los niños, ya que para ella, el que los niños recibieran heridas en la espalda, significaba algún vínculo emocional con los niños y la persona que les hizo esto.

SPEAKER_04:

A la patóloga forense Livia Álvarez le llaman la atención varios hallazgos en las autopsias de los niños de 5 y 3 años que fueran acuchillados por la espalda sin muestras de presión o golpe y encerrados en una nevera, denota, según la perito, una gran afinidad entre el asesino y sus víctimas.

SPEAKER_01:

El 29 de junio de 1989, el Departamento de Salud llamó a la madre de Aide porque los vecinos estaban quejando del olor y las autoridades le pidieron abrir la casa para fumigar, que la limpiaran. Cuando la familia llegó, los empleados de salud le dijeron que no fumigarían hasta que esa casa estuviera limpia. La madre de Aide se negó. Es imposible limpiar eso, le dijo y llamó a la policía. André fue absurda. Le informaron que ya no haría nada más en la casa y que podían limpiarla. Ando lo hicieron. No lo hicieron por malicia. Lo hicieron porque nadie les explicó qué hacer, y la desesperación por borrar el horror era más fuerte que cualquier lógica. La familia lavó las paredes con manguera empezando desde arriba. El colchón, empapado de sangre, fue arrojado por la ventana para quemarlo. Un vecino los ayudó a quemar el colchón, las sábanas y la ropa de los niños. Magali recogió la ropa de los niños que estaba en el piso de Londres y limpió la nevera. Solo así, el Departamento de Salud fumigó por unos 15 o 20 minutos, ando se perdió casi toda la evidencia biológica del crimen. Imagínense, acabas de perder a tu hija anders de 3 y 5 years, and at the day sight, 24 hours, tienes to enter the bay. Tienes to be laughing, the juguetes, the rasts of lucha, the silencies, and limpiaries. Not because, no one does. And most familiar victims in Puerto Rico, in the 80s and the 90s, because the system noted protocols of trauma nippes of intervention. No, contention emotional, the soled and the olor, this olor nunca se olvida. Desde el punto de vista forense, esto fue devastador. Se perdieron ADN, se perdieron rastros, se perdieron huellas, fibras, androns de sangre. But desde the punto de vista humano, eso fue peor. Esa limpieza forzada se convirtió en el último acto de amor y de horror al mismo tiempo. Muchos familiares nunca pudieron entrar atrás otra vez. Otros guardan la culpa pensando que habían arruinado la investigación. But in the reality, the responsability is completely de la policía. In Puerto Rico and muchas partes de los Estados Unidos y Latinoamérica, todavía hay familias que terminan terminando la escena de un crimen, sobre todo cuando el caso ocurre en una residencia privada andar un protocolo especializado de descontaminación. Para los que no lo saben, cuando ocurre un crimen de este tipo, la policía forense o ciencia forense solo se encarga de recolectar evidencia. Su trabajo termina cuando se llevan el cuerpo y las pruebas. Después de eso, la propiedad ya no es parte del proceso criminal. Así que el Estado no asume responsabilidad por lo que queda ahí. En teoría deberían intervenir empresas privadas de biorrecolección que limpian sangre, fluidos y tejidos de manera profesional, siguiendo protocolos de bioseguridad. Pero esas compañías son carísimas. En Puerto Rico y en Estados Unidos te pueden costar de 3.000 a 10.000 dólares o más, dependiendo del daño. Y el sistema no ofrece ayuda económica ni emocional inmediata. Los seguros de vivienda a veces no cubren la limpieza por homicidio. El programa de compensación a víctimas del crimen que existe en Puerto Rico y Estados Unidos puede tardar meses o años en aprobar un caso. And mientras tanto, la familia necesita recuperar el espacio o al menos cerrar ese capítulo. Así que, igual que en 1989 terminan haciéndolo con sus propias manos, con cloro, con guantes de cocina y el corazón en mil pedazos. Eso, mi gente, es una forma de retraumatización extrema. Los psicólogos forenses lo comparan como revivir el crimen completo, porque ven las manchas, oyen el silencio, sienten el olor, and su cerebro graba todo eso como si estuviera pasando ahí mismo. Muchas personas who have pasted by experience desarrollan estrés postraumático severo, desarrollan ataques de pánico, le dan pesadillas o ansiedad crónica. And the most cruel is that nadie les ofrece terapia in this moment. Y pensar que 35 años después, eso todavía pasa. Aunque hoy día existen empresas privadas que son certificadas, como por ejemplo Puerto Rico tiene BioClean y BioSync Solutions. No hay una ley que obliga al gobierno a cubrir esos servicios. Así que cuando ocurre una tragedia, las familias siguen enfrentando la misma realidad. La policía se va, la prensa se va, y ellos se quedan con el desastre. Y eso es algo que debería ser criminal. Una semana después del crimen, los familiares regresaron para vaciar la casa. Las rejas estaban rotas y cualquier persona podría entrar. El padre y el hermano de Eduardo Morales, el papá de los niños, ayudaron. Ellos desarmaron las camas, empacaron todo en cajas andaron, echaron a la basura todo lo que ellos consideraron que no servía. Los objetos personales andientos domésticos de Aide se guardaron in tres cajas de carton. Magali, the prima, including various cuchillos of distinct tamaños, while the papa and the hermano de Eduardo Morales se encargan de mover the cosas pesadas. Magali pused the three cajas in the baul of his carrots, and one semana, Magali entregated to Eduardo Morales, the ex-sponsor of Aide, who lleved to the casa de su mamá where they were. Ambos estuvieron de acuerdo en que sí, ese podría ser el alma homicida. Consultaron a un abogado quien les recomendó que los entregara a la policía y asimismo lo hicieron y un oficial de la policía los recogió él mismo de la casa de los Coldbergs. En el Instituto de Ciencias Forenses hicieron unas pruebas para analizar el cuchillo. Los técnicos compararon cortes de carne de cerdo con fotografías de las heridas de las víctimas, and el resultado fue que las laceraciones coincidían. La doctora concluyó que el cuchillo sí era compatible con las heridas y que no había duda de que Melissa y Eduardo fueron privados de la vida con esa misma arma. Pero en el caso de Aide, el estado de descomposición de su cuerpo impidió confirmar si fue el mismo objeto punzo cortante que fue utilizado. La tecnóloga médica Leida Rodríguez Vélez comparó los cabellos hallados en el cuchillo con los de Aide. Los comparó a simple vista andar, andyó que tenían características similares a las de la victim. Sin embargo, mostrando, during the declaraciones, Magali no estaba segura. Ella no pudo precisar si ese cuchillo fue o no uno de los mismos que ella empacó entre las pertenencias de Aide, si ella lo lavó durante la limpieza y se lo entregó al padre. Ella dice que sí, que ese cuchillo sí era de Aide, pero que ese cuchillo antes no estaba roto ni le faltaban pedazos. Eduardo Morales, el ex de Aide, también reconoció el cuchillo como de su casa, aunque recordó que estaba en buen estado antes de lo sucedido. Más tarde también el agente Dean Casillas declaró que el cuchillo entregado por Eduardo Morales se parecía mucho al que él había visto sobre la mesa aquel día, pero no recordaba haberlo visto tan dañado como estaba when it presentaron in el juicio. Menos de una semana los cuerpos, el fiscal Carlos Beltrán fue trasladado a Caguas para trabajar como fiscal de sala, and su salida marcó otro cambio en el caso. In agosto de 1989, el agente Pablo Quiñones Lavoe se integró a la investigación y reemplazó al teniente Jorge Rivera y al agente Gerardo Román Ayala, quienes habían estado a cargo en las primeras etapas. Pero antes de irse y dejar el caso, Carlos Bertrán había recibido información de que Aide podría haber tenido una relación sentimental con un ex compañero de trabajo apodado Juan Malprieto. Este hombre, según testigos, trató de conquistar a Aide enviándole flores e invitándola a salir. El 24 de junio de 1989, dos noches antes del crimen, alrededor de la una o dos de la mañana, el vecino llamado Narciso, el mismo que llamó a la policía por el olor, regañó a Juan el Prieto porque Juanma había estado tocando bocina frente a la casa de Aide, despertando a los vecinos. El agente Gerardo Román localizó a Juan Manuel Pagán, alias Juama el Prieto, quien admitió haber visitado a Aide en su residencia anterior en Coupe, y según él sostuvo que habían tenido relaciones en dos ocasiones. Ahora Juanma negó cualquier implicación en el crimen, afirmando que él no pudo haber cometido el crimen porque la noche del 25 de junio oficial se encontraba durmiendo en casa de su madre junto a su novia. Pero la policía nunca se molestó en verificar su coartada. Aquí para que entiendan lo caótico que es hasta el documento oficial, el cual les voy a dejar el enlace en la descripción del video. El documento brinca otra cosa. Esa misma noche, según el testigo, y aquí el testigo solo dice Meléndez, pero no especifica si es Meléndez padre quien es Narciso, o fue el hijo quien es Juan Carlos, y quien termina siendo uno de los acusados del crimen, pero implica que fue el hijo porque se sabe que fue el hijo quien fue a revisar a ver si veía a alguien. Según Meléndez, alrededor de las 10 de la noche, Aide salió de su casa gritando desesperada que había un hombre mirándolo por la ventana de atrás. Aide estaba agitada, los niños estaban llorando, andos Meléndez salió para intentar descubrir quién la espiaba, and le dijo a Aide que si algo pasaba durante la noche, que se moviera al cuarto de al frente y golpeara la pared para que su madre, que vivía al lado, pudiera oírla. Los vecinos Gregorio Casillas y su esposa también presenciaron ese momento y confirmaron su versión. Otro vecino, Steve Jiménez, que también vivía en la calle 2 de Trujillo Alto, confirmó haber escuchado a Aide gritar esa noche alrededor de las 10 y 40 de la noche. Desde su habitación, él escuchó Ayuda, ayuda, doña Lucy, Juan Carlos, hay un hombre mirándome. Al asumir el caso, se reunió con el agente Gerardo Román para revisar lo investigado y rápidamente notó que había algo muy alarmante, and no había mucha evidencia física recuperada. Él suponía que la escena pulgada por pulgada con método, pero lo que encontró fue una investigación débil y un inventario casi vacío. Se dio cuenta que la policía solo había recogido algunos albumes de fotos anda de barro. Y escuchen esto, mi gente, ni un solo cuchillo fue ocupado. Una de las vecinas de Aide, Ramonita Rivera Colón, declaró que a las 4 de la madrugada del lunes 27 de junio de 1989 escuchó los gritos descargadores de una mujer. Se levantó, encendió la luz del cuarto y miró por la ventana hacia la casa de Aide y escuchó a un niño diciendo: No me pegues, no me pegues. Pero pensó que se trataba más que de un regaño. Porque según ella, esos nenes de Aide siempre se levantaban gritando a las 4 de la mañana. Así que ella se volvió a acostar unos 15 minutos después. Algo que me pareció inquietante en este documento, lo cual está escrito in un font más pequeño en la parte de abajo de la página 28 para ser exacta, es que Jiménez declaró haber visto Aide entrar a su casa la mañana siguiente, atraso 7 y media de la mañana, and a month contactó a la policía para relatar lo que había visto y oído, pero nunca fue entrevistado por los investigadores. Gregorio Román le informó a Quiñones that a testigo mencionó haber visto una cartera en el techo de la casa. Quiñones pidió una escalera al cuerpo de bomberos andró recuperarla, aunque los documentos judiciales no especifican si contenía o no pertenencias de Aide. Y aquí lo que la hace después es buscar evidencia que estaba almacenada en el almacén de Instituto de Ciencias Forenses y revisó caja por caja tratando de encontrar las sábanas que se veían en los videos y fotos del lugar del crimen, pero no las encontró. Sí encontró los pantalones y la camisa de Aide junto con ropa de niños que tenía cabellos sueltos. Ante esa situación, Pablo Quiñones pidió al Departamento de Justicia la autorización para exhumar los cuerpos de Aide, Eduardito y Melisa con el fin de recoger muestras de cabello. Y esta petición fue aprobada y los cuerpos fueron exhados en el cementerio de Bayamón, Puerto Rico para realizar las comparaciones. Curiosamente, el registro no aclara si la doctora Álvarez, la patóloga original, había tomado muestras de cabello durante las autopsias, la cual habría hecho innecesaria esa exhumación. Y aquí, mi gente, fue donde el caso comenzó a torcerse. Porque se siguió torciendo, ¿no? Porque esto estaba torcido desde el principio. Cuando la gente Pablo Quiñones tomó el mando, no empezó desde cero. Él tenía en sus manos todas las notas, las entrevistas and los hallazgos de la gente Román, el primer investigador en la escena. But en vez de continuar el trabajo, decidió ignorar todo lo que Román había hecho. Nunca verificó los testimonios, nunca comparó versiones. Y lo más grave es que no volvió a citar testigos que habían visto movimientos extraños alrededor de la casa de Aide. Pasaron los meses, las pistas se enfriaron y el caso se volvió un rompecabezas sin piezas. Para diciembre de 1989, seis meses después del crimen, la policía seguía sin un solo sospechoso, hasta que de repente dos jóvenes del barrio cambiaron su historia. Dos jóvenes que al principio juraron no saber nada, pero que un año más tarde, bajo presión, cansancio y miedo, dirían algo completamente distinto. Y con esas palabras comenzó una cadena de errores que marcaría el destino de dos hombres durante más de tres décadas. Los hermanos José Joito Martínez, de 17 años, y Barbara Babi Martínez, de 15 años, se convirtieron en testigos claves durante el juicio. Bárbara había conocido a Aide el día en que ella se mudó a las Lomas de Trujillo Alto y rápidamente se hicieron amigas cercanas. La consideraba como una hermana. Ella, su hermano y Juan Carlos Meléndez visitaban la casa de Aide con frecuencia. La ayudaban a mover muebles y hasta le cuidaban los niños de vez en cuando. Al principio, ambos negaron saber algo sobre el crimen. En una entrevista televisiva con el Canal 11, Bárbara declaró que había estado con Aide hasta las 10 y media de la noche y que no sabía nada más. Aún así, los agentes Quiñones y Rodríguez la entrevistaron en múltiples ocasiones y cada vez Bárbara tenía que firmar una declaración jurada. Aunque insistía que no sabía nada del caso, la iban a buscar a la casa y a la escuela. Bárbara llegó hasta solicitar ayuda de la oficina de asistencia legal en Carolina porque ya la estaban hostigando. Pero de repente, el 15 de diciembre de 1990, todo cambió. Tras horas de interrogatorio, nueve horas en total, en el Departamento de Justicia, y luego de que la gente Rodríguez llamara a su hermano Yoito, Bárbara se sentía cansada, nerviosa y asustada. Le advirtieron sus derechos Miranda, insinuando que podían acusarla de un delito. Cuando finalmente, a las una y media de la mañana del 15 de diciembre de 1990, Bárbara firmó una nueva declaración jurada, pero Yoito llegó al Departamento de Justicia 14 of the 30 y firmó su declaración 11 horas después, a las 1 y 30 of the mañana. Antes de firmar, le leyeron sus derechos Miranda andan sospechosa de un crimen. Rodríguez incluso entrevistó a Yoito y a Bárbara juntos en la misma sala, lo que permitió que coordinaran sus versiones. Estas declaraciones marcarían un giro radical en la historia because a partir de ese momento, ambos hermanos comenzarían a implicar directamente a Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos Cruz y hablar por primera vez de un intento de agresión sexual contra Aide, algo que cambiaría el rumbo del caso y que definiría quién terminaría siendo acusado. Según Bárbara, aquel domingo 25 de junio de 1989, Aide y su prima Magali llegaron a la residencia de Trujillo Alto a las 7 de la noche. A las 7. Bárbara la saludó y entró a la casa de Aide con Aide. Poco después, Aide le pidió a Baby que la acompañara a comprar pan y leche en una panadería que quedaba a unos 15 minutos de la casa. Cuando regresaron, Aide le pidió otro favor, pero esta vez que la acompañara a hacer una llamada telefónica a un hombre conocido como Prieto. Fueron juntas a un teléfono público, marcaron el número, pero él no contestó y ellas regresaron a la casa donde Babi se quedó al pie junto a la puerta de baño mientras Aide se daba una ducha. Pero ella no recuerda nada de lo que hablaron esa noche. Después Babi salió porque su madre le había pedido que le comprara unos cigarrillos. Babi va a la tienda, pero al regresar, en vez de llevarle los cigarrillos a su mamá, se encontró con Juan Carlos Meléndez, quien estaba hablando con Aide, y decidió quedarse con ellos. Un rato después fue que llegó el esposo de Teresa, Eduardo Morales, acompañado de los niños. Y aquí Juan Carlos Meléndez cruzó la calle para hablar con Antonio Ramos y Bárbara lo siguió. Aide, Eduardo y los niños entraron a la casa. Según Bárbara, Juan Carlos Meléndez le pidió que les robara las llaves de la casa a Aide, con el pretexto de tener una excusa para hablar con Aide. Lo curioso es que, según la propia Bárbara y Juan Carlos Meléndez, ellos solían visitar a Aide con frecuencia. Así que nadie entendía por qué él necesitaba una excusa para hablar con ella. Como quiera, Babi aceptó robarle las llaves y subió hasta la casa de su amiga, quien ella consideraba como una hermana. Se lleva las llaves y salió de la casa sin que Aide, Eduardo, ni los niños ni el perro la vieran entrar o salir. Luego fue hasta donde estaban Antonio Ramos y Carlos Meléndez, pero ella no le dio las llaves. Poco después, el esposo de Aide se fue y Bárbara volvió a la casa de Aide y se quedó hablando con ella frente al portón, mientras Juan Carlos Melénde y Antonio Ramos seguían frente a ese poste. En ese momento, varios jóvenes del vecindario llegaron. Llegó José, llegó Armando, llegó Gaby, llegó Luis y se acercaron y hablaron con ellos. Armando y Joito cruzan la calle para conversar con Aide y con Babi. Allí Aide supuestamente les había comentado que ella fue a una discoteca, que había bebido mucho, aunque eso contradice lo que dijo su prima Magali, quien testificó que Aide solamente se tomó una cerveza aquella noche y que ni siquiera pudieron entrar a la discoteca porque no tenían dinero. Con el paso de los minutos, todos se fueron excepto Antonio Ramos, Juan Carlos Meléndez, Babi y Aide. Babi aseguró que se había quedado hablando solas con Aide, mientras Juan Carlos y Antonio seguían bajo ese poste y los niños estaban dentro de la casa. En total, Bárbara estuvo frente a la casa unas 3 horas y media, mientras esos dos hombres, Antonio y Juan Carlos, seguían bajo el poste. Alrededor de las dos, dos y media de la mañana, su hermano Yoíto salió a buscarla. Cuando regresó a su casa, ella todavía tenía las llaves de Aide, pero Antonio Ramos, Juan Carlos Meléndez, Yoito y Aide ahora estaban en la calle. O sea, ella nunca le dio esas llaves a Juan Carlos o Antonio. Bárbara se fue a dormir, pero poco después su hermano fue a buscarle las llaves a Aide y se fue. Ella, Babi, confesó que se quedó curiosa sobre qué era lo que hacían tres hombres solos con Aide en su casa. Como si de alguna forma supiera que ellos estaban allí con ella. No específico cómo lo supo, nunca dijo haberlos visto entrar a la casa, pero según su propio testimonio, ella sabía que había tres hombres dentro de esa casa y eso despertó su curiosidad. Y ahí decide regresar a la casa de Aide. O sea, ella se levantó de la cama, salió de su casa, salió de su cuarto, salió de su casa, entró por la cocina de Aide, subió a las escaleras pegadas a la pared hasta llegar al último escalón. Andrade, fue ahí donde ella presenció algo que ella jamás olvidaría. Según Babi, Juan Carlos Melende estaba golpeando a Aide. Mientras Antonio Ramos se apoyaba en el marco de la puerta. Andrade, ellos se estaban pegando mutuamente. Él la golpeaba anda le devolvía los golpes. No recordaba dónde estaban los niños en ese momento, but she quedó mirando unos segundos andar por las escaleras. En el camino vio a su hermano Yoíto que estaba a espaldas de la escalera. Lo agarró del brazo y le dijo, vámonos, Yoito, que esto no tiene nada que ver con nosotros. Y se fueron. Según Bárbara, Aide no estaba gritando durante la pelea, ni ella escuchó sonidos de auxilio. Dijo literalmente, no la oí, no gritaba. Esa noche, después de lo que presenció, se fue a dormir de lo más tranquilita a su casa. Y al día siguiente, Antonio Ramos la buscó y le pidió que averiguara si Aide estaba en su casa. Bárbara subió, miró por las ventanas, vio que estaban cerradas y regresó a decirle que ella no estaba. Al día siguiente, Antonio Ramos volvió a preguntarle lo mismo. Ella le repitió otra vez, repitió la visita, vio que estaba todo cerrado y asumió que Aide no estaba en su casa. Lo irónico aquí es que el día anterior Bárbara entró no una, sino dos veces sin permiso a la casa de Aide. En la primera se llevó las llaves y la segunda vez entró solamente por curiosidad. Pero ahora que su amiga podía haber estado en peligro, que le pudo haber pasado algo, Babby no se atrevió a entrar. Según ella, nunca más volvió a ver a Carlos Meléndez. Durante el contrainterrogatorio, Barbara insistió que ella no mintió, sino que ella omitió información porque su hermano Yoíto era uno de los tres hombres que se habían quedado con Aide esa noche. También confesó que ella conocía a Antonio Ramos desde hacía tres años y que incluso era su novio. Y en su declaración jurada, ella dijo ser su pareja, pero en el juicio reiteró que hasta donde ella entendía lo era, aunque más tarde admitió que esa relación nunca fue real. A ver, mi gente, ustedes entendieron algo porque yo sinceramente no le creo ni papa. O sea, según su cuento, ella entró a la casa dos veces sin permiso, a la casa de su amiga, vio que supuestamente su amiga estaba en una pelea, no gritó, no pidió ayuda, se fue a dormir. Al otro día la mandan a averiguar si su amiga está viva. Va, mira por la ventana, ve que todo estaba cerrado y se devuelve tan tranquila. Pero claro, cuando la interrogan, nueve horas de madrugada, ahí sí se acuerda de todo con lujo y detalle. Eso no es un testimonio, eso es una novela mal escrita. Pero vamos a escuchar el testimonio de Yoito Martínez. José Martínez, el hermano de Babi, mejor conocido en el barrio como Yoito, comenzó su testimonio contando que aquel domingo 25 de junio de 1989 jugó baloncesto con varios amigos del vecindario, incluyendo a Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos. Después del juego, a eso de las 10 de la noche, Yoito se dirigió frente a la casa de Aide, donde se encontró a su hermana Babi con Aide. Y según su versión, todos se quedaron conversando un rato en la acera. A eso de las 10 y media de la noche, los amigos se fueron a su casa para ver el juego de campeonato por televisión, dejando en la acera a Babi y Aide, Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos. Después de ver el partido, Yoito escuchó a su mamá decirle que fuera a buscar a su hermana, que todavía no había llegado a la casa. Esto fue a las una, una y media de la madrugada del lunes 26. Cuando llegó nuevamente a la casa de Aide, vio a Juan Carlos Meléndez y a Antonio Ramos parados bajo un poste frente a la residencia. No había nadie más en la calle, todo estaba apagado. Desde la acera, Yito llamó a Babi, Babi salió de la casa de Aide y se fue sola caminando hacia su casa mientras Yoíto se quedó conversando un rato con Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos. Andito, ellos empezaron a bromear sobre ella, diciendo cosas como que Aide estaba bien buena, que cómo podría meterse con ella. Según Yoito, las bromas de Juan Carlos Meléndez eran vulgares, diciendo cómo tener intimidad con ella. Él se rió con ellos porque él pensaba que era un simple relajo, que no lo decían en serio. Pero luego la conversación cambió de tono y empezaron a hablar de cómo podrían entrar a la casa de Aide e inventarse alguna excusa para lograrlo. A eso de las dos y media de la mañana, Aide salió y llamó a Yito para que buscara las llaves que Babi le había dado. Se había llevado. Yito que Babi se había llevado. Yoíito fue a su casa, buscó a Babi y le dijo: dame las llaves que Aide las está buscando. Babi le dio las llaves a Yito y Yito volvió al frente de la casa de Aide para devolverse. Allí la saludó, le entregó las llaves. Juan Carlos Meléndez y Antonio Ramos seguían en el mismo lugar bajo el poste. Aquí, por lo que yo veo, estos dos llevaban 4 o 5 horas bajo el mismo poste. And se acercaron a pedirle agua. Yoito accedió, pero escuchó a uno de ellos decir algo que a él lo estremeció. Esta es la oportunidad. Vamos a resolver con ella. Yoito respondió de inmediato: No, no, no, yo no me voy a meter con eso, no cuenten conmigo. Melende le gritó, pendango, vete para el. Yito los ignoró y se fue. André dejó a Aide sola, en plena oscuridad, con dos hombres frente a su casa que acababan de insinuar sus intenciones. Pero cuando regresó a su casa, él no podía dejar de pensar en lo que había escuchado. Dijo que en ese momento pensó, no, yo no creo que le vayan a hacer algo así, pero mejor me devuelvo. Así que volvió a salir, regresó al duplex de Aide, pero ya no había nadie en la calle. Las luces estaban apagadas y decidió entrar a la casa de Aide. Dijo que no había luz en el primer piso, subió a las escaleras. En el pasillo, vio a Antonio Ramos apoyado contra la pared junto a la puerta del cuarto de Aide. Escuchó las voces de Juan Carlos Meléndez y de Aide, y Aide le decía a Juan Carlos Bete, es tarde, podemos hablar mañana si quieres. Pero según Yoito, Juan Carlos insistía. Quería seguir hablando de un tema que ni le importaba. Las voces subían y bajaban de tono. A veces eran fuertes, a veces eran bajitas, y otras veces se escuchaban gritos y discusiones. Yoito bajó al primer piso, se sentó en el sofá de la sala porque, según él, él quería entender qué era lo que estaba pasando allí, por qué estaban allí esos dos hombres y por qué estaban discutiendo. Se quedó quieto unos 10 minutos mientras arriba Aide estaba sola con ellos. Ando apareció su hermana Baby, quien lo agarra del brazo, anda, según Joito, ella le dice: Vámonos, Yito, no me está gustando lo que pasa aquí. O no me gusta lo que pasa aquí. Y ambos salieron de la casa entre las 3 y media y 4 de la madrugada. Según Yoito, él no admitió. Según Joyito, él no intervino porque tenía miedo. Pensó que Meléndez y Ramos solo iban a abusar a Aide, no a quitarle la vida, que de haber sabido que ellos planeaban quitarle la vida, su actitud habría sido diferente. Según él, creía que ellos solamente querían pasar un buen rato con ella. Al día siguiente, lunes por la mañana, Yoito volvió a mirar hacia la casa de Aide, las ventanas estaban a medio abrir y todo se había cerrado. Más tarde se encontró con Juan Carlos Meléndez, y este le preguntó si había visto Aide, y él le respondió: Ah, pues se habrá ido con los nenes. Al día siguiente, esta vez Antonio Ramos le preguntó lo mismo y él le dijo, No sé nada tampoco. A pesar de haber escuchado aquellas insinuaciones y haber presenciado esa extraña escena, Joito continuó su amistad con Juan Carlos Meléndez sin miedo por algún tiempo después del triple asesinato. Ni el crimen ni la sospecha lo alejaron. Solo más tarde se distanciaron según él porque hubo una discusión entre Barbara y Juan Carlos sobre unas cintas de video. Y fue ahí, con esas declaraciones de dos niños un año después que todo cambió. Porque a partir de esas declaraciones, la policía creyó tener la respuesta. En cuestión de días, los agentes comenzaron a reconstruir la historia según el relato de Baby y Yoito. Una historia que parecía encajar tan perfectamente que pocos se detuvieron a mirar los huecos. Babi y Yoito aseguraban de visto hablar de Aide, planear entrar con una excusa, and esas palabras, sin huellas, sin ADN, sin testigos directos, the authorities sintieron that el caso por fin tenía un rostro. Y no uno, dos. Antonio Ramos Cruz and Juan Carlos Meléndez Serrano. And my gente, hasta aquí les voy a llegar con la historia. Sé que falta mucho, but the historia es tan larga, quise dividirla en dos para que así podamos comparar. Quisiera después de terminar esta historia abrir un episodio live para ver si podemos discutir what. A mí, este caso me dejó con los grifos parados, my gente. Aquí ha habido un error humano increíble. Una falla en el sistema judicial de Puerto Rico que me ha dejado con más preguntas que respuestas. Así que nos vemos en el próximo episodio. Gracias por acompañarme. Los quiero mucho. Delitos de sangre. Bye.

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