Delitos de Sangre

EL CASO DE CIBELL NAIME. MATO POR UN GATO

Magaly Rivera

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Speaker 1:

Una venta de mascotas, una joven que sonreía y dos muchachos que no sabían que esa sería su última tarde con vida, Porque a veces el peligro no grita sino que se sienta a tu lado y te mira directo a los ojos. Esta es la historia de Miguel y Juan Carlos, a quienes Ibel Naime les arrebató la vida por un gato.

Speaker 1:

Hola mi gente, bienvenidos a su canal. Delitos de Sangre. Yo soy Magaly. Gracias por estar conmigo durante este episodio. Como siempre, me tomo unos segundos para invitarlos a que sean parte de esta familia. Te suscribas al canal, me dejes un comentario, un like o me compartan para que este caso y Delitos de Sangre llegue a donde más personas, además de que esto ayuda bastante al canal.

Speaker 1:

Mi gente, durante esta historia vamos a ir hasta Caracas, venezuela, para mediados de los años 70. Una ciudad en plena transformación, donde la clase media alta vivía en urbanizaciones cerradas con seguridad privada, carros nuevos, casas de dos pisos que olían a perfume importado y a represión disfrazada de buena crianza. En Prados del Este, una de estas zonas donde todo parecía estar en orden, con calles bien asfaltadas y vecinos que sabían lo mínimo de los demás, vivía la familia Naime, y ahí fue donde creció Sibel. Sibel Naime, jordi nació el 24 de enero de 1976. Era la hija menor de un hogar druso libanés. Desde el momento en que llegó al mundo, su vida estuvo marcada por expectativas muy claras y límites muy estrictos. Su padre, el Dr Shauky Naim, era un ginecólogo altamente respetado en la ciudad. Su nombre sonaba con autoridad en hospitales privados, congresos médicos y en las clínicas donde las familias más acomodadas confiaban sus partos y consultas.

Speaker 1:

La madre, salam Jordi, era ama de casa. Era una mujer reservada, de carácter más suave, que parecía vivir bajo la sombra de su esposo. Sibel tenía hermanos mayores, pero pronto quedó claro que ella sería el centro de una atención particular, tanto por ser la menor como por ser mujer y también por tener un carácter que no encajaba del todo con lo que se esperaba de ella. Desde afuera, los Naime proyectaban una imagen impecable A los ojos del entorno. La familia Naime era un modelo a seguir. Eran profesionales, eran discretos y eran exitosos. Pero dentro de esa casa lo que reinaba no era la armonía, sino el miedo.

Speaker 1:

El Dr Naime era un hombre de carácter duro. No gritaba por debilidad, gritaba por poder. Tenía una forma de ejercer la autoridad que para él era completamente normal. La disciplina se imponía con castigos físicos, con silencios tensos, con miradas que paralizaban. Su palabra era ley y cualquier intento de contradecirla era visto como desafío o como traición. Yo creo que la mayoría que crecimos en ese tiempo sabemos que nuestros padres no tenían que gritarnos. Con mirar nos bastaba para entender el mensaje. Pero en ese hogar no había espacio para la ternura ni para las emociones suaves. Todo debía mantenerse bajo control en orden, sin cuestionamientos. La madre Salam no era violenta, pero tampoco era un refugio. Ella no confrontaba, no intervenía y tampoco defendía. Su rol parecía estar limitado a mantener la calma, a cuidar las apariencias y evitar que los conflictos se pasaran de ciertas líneas. Pero las líneas dentro de esa casa ya estaban rotas desde hacía rato.

Speaker 1:

Sibel, desde muy pequeña, mostró señales que no iba a seguir el guión que le habían impuesto. Era una niña emocional, curiosa y sensible. Le gustaban los animales, la música, los colores suaves, los cuentos de hadas y todo lo que implicara belleza, libertad y expresión. Pero en su casa eso era considerado como una distracción, como debilidad o como pérdida de tiempo. En los primeros años escolares, sus maestras decían que era tranquila pero melancólica.

Speaker 1:

Algunas notaban que parecía tener mucho que decir, pero que decía poco. Otros veían que le costaba confiar, que se aislaba. Nunca fue un estudiante brillante, pero tampoco una fracasada. Lo suyo era la observación, o sea, no se destacaba por lo que decía, sino por cómo escuchaba, callada pero atenta. Lo que nadie fuera de su casa sabía porque ella nunca lo dijo en voz alta era que cada error, cada nota por debajo del estándar, cada gesto fuera de lugar se pagaba caro en su casa. Su padre Shauky no toleraba la imperfección. No toleraba la imperfección. Castigaba con golpes, con humillaciones verbales, con desprecio. Y no eran castigos esporádicos, eran castigos frecuentes, a veces por razones concretas y otras simplemente porque él estaba de mal humor.

Speaker 1:

Sibel aprendió desde temprano que hablar demasiado, pedir explicaciones o mostrar emociones podía desatar una tormenta en su casa, así que dejó de hacerlo. Aprendió a callar, a fingir y a sobrevivir. La adolescencia trajo lo inevitable la rebeldía interna. A los 14 años Sibel ya había empezado a pensar por su cuenta, a tomar decisiones pequeñas a escondidas, a probar su capacidad de salirse con la suya sin ser descubierta. No era una delincuente ni era una muchacha de la calle, pero sí era una adolescente desesperada por tener algún control sobre su propia vida.

Speaker 1:

A los 15 años años ya había robado dinero del consultorio de su padre en más de una ocasión. Lo hacía con cuidado, sabía dónde estaban guardadas las cosas, cuándo estaba solo el lugar, cómo moverse sin dejar huella. Había aprendido de la observación. Había aprendido también de la necesidad de evitar el castigo que recibía por parte de su padre. Y mientras eso pasaba en su entorno, nadie sospechaba nada, ni en el colegio, ni entre las vecinas, ni entre las familias conocidas de la comunidad drusa. Porque, como pasa tantas veces, las apariencias lo cubrían todo.

Speaker 1:

El Dr Naime era un profesional impecable, su esposa una mujer discreta y sus hijos bien criados. Nadie imaginaba lo que estaba pasando puertas adentro y nadie preguntaba. Mientras tanto, sibel seguía acumulando rabia. No lo demostraba, pero por dentro sentía que vivía atrapada en una prisión con muebles caros. No tenía voz ni tenía decisiones, y todo lo que deseaba tenía que pasar por el filtro del padre, un filtro que sólo aprobaba lo que él consideraba útil o necesario. Y las cosas que Sibel deseaba, como la libertad, afecto, belleza y pertenencia, no pasaban por ahí.

Speaker 1:

Cuando cumplió los 18 años, su vida seguía exactamente igual que cuando tenía 13. Seguía en la misma casa bajo las mismas reglas 13. Seguía en la misma casa, bajo las mismas reglas, con los mismos silencios y los mismos temores, pero ahora era mayor de edad y en su mente, eso significaba que estaba lista para empezar a decidir por su cuenta, aunque no tuviera permiso, aunque tuviera que hacerlo a escondidas, aunque tuviera que romper todas las reglas. Y así lo hizo. La oportunidad llegó con un anuncio de periódico. Lo que parecía ser una menor decisión, la cual simplemente era comprar un gato, se convirtió en el punto de quiebre de esta historia, una línea recta que hasta ese momento había sido trazada por otros y que, en un solo movimiento, sibel iba a borrar.

Speaker 1:

Era diciembre de 1994. La ciudad de Caracas, como cada año, se llenaba del ruido de las fiestas navideñas compras navideñas, líneas en las panaderías, tráfico, luces, música y la sensación de que todo el mundo estaba pensando en regalos, en ayacas y en cómo cerrar el año. Todo el mundo menos ella. ella, si Ben, tenía 18 años y, aunque vivía en una casa cómoda, con comida en la nevera y techo asegurado, lo que sentía era lo contrario a la paz.

Speaker 1:

Para ella el mes de diciembre no era sinónimo de celebración, sino de encierro. Su vida seguía, marcada por las reglas del padre, por la tensión constante en el ambiente, por ese miedo infantil que nunca se le había quitado del cuerpo. Era mayor de edad, pero seguía sintiéndose como una niña atrapada y estaba harta. En medio de ese estado emocional, un simple detalle cambió el rumbo de su historia. Sibel vio este anuncio en el periódico Se vende gato angora blanco, 20.000 bolívares, criador especializado, entrega inmediata.

Speaker 1:

Era un gato, un gato blanco, de raza, de esos que no se veían todos los días Y para muchos no hubiera pasado de un capricho. Pero para Sibel ese gato era algo más. Era símbolo de independencia, de ternura, símbolo de tener algo propio. Era una formación de llenar un vacío y también, aunque no lo reconociera todavía, era una excusa perfecta para rebelarse. Aunque fuera en silencio, pidió permiso para comprarlo.

Speaker 1:

Se lo mencionó a su padre como algo casual y la respuesta inmediata fue no, no. Había discusión, no hubo ninguna explicación, simplemente no, como todo en su casa. Pero esta vez Sibel no se iba a quedar de brazos cruzados. Quería al gato y lo iba a tener, y no le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo. Así que decidió actuar.

Speaker 1:

Sibel sabía dónde su padre guardaba los cheques de su consultorio. Sabía que a veces dejaba algunos firmados y, si no, ella sabía imitar su firma. Lo había practicado desde adolescente. Nunca lo había hecho para algo tan grande, pero ya había cruzado esa línea mental donde uno deja de ver las consecuencias como algo real. Sibel entró al consultorio de su padre y esperó a estar sola, y robó tres cheques. Se los llevó a su cuarto y, con calma, con método y con precisión, comenzó a practicar la firma de su padre. Cuando sintió que le salía igual, escribió la cantidad exacta 20,000 bolívares, que vendrían siendo algunos 118 dólares en ese año Y con ese cheque falso en mano llamó al número del anuncio en el periódico. Quien atendió esa llamada fue Miguel Antonio Tawil Musso, un abogado de 30 años que, además de su trabajo en derecho, criaba gatos y perros de raza junto a un amigo y los vendía. Se presentaron, conservaron brevemente y coordinaron un encuentro. Miguel le dio su dirección una casa ubicada en la urbanización Los Naranjos.

Speaker 1:

En la tarde del 6 de diciembre de 1994, sibel llegó al lugar, hasta la casa de Miguel. Fue recibida con cordialidad por la madre de Miguel, quien estaba en la casa y no sospechó nada. Al poco tiempo apareció Miguel. Junto a él estaba Juan Carlos González, su socio y amigo, un joven de apenas 19 años quien era farmacéutico. La transacción fue rápida.

Speaker 1:

Sibel le entregó el cheque falsificado. Miguel los recibió sin mayores preguntas. Le entregó el gato. Ella, con el animal en brazos, fingió naturalidad. Fingió naturalidad, agradeció, sonrió, se despidió y se marchó. Regresó a su casa como si nada, con su gatita, quien nombró Jazmín, diciendo que una amiga se la había regalado, y su padre, aunque tenía dudas, le permitió quedárselo. Pero por dentro Sibel sabía lo que había hecho.

Speaker 1:

Durante los días siguientes vivió en alerta. El cheque ya estaba en manos de Miguel. Su padre aún no se había dado cuenta, pero tarde o temprano lo haría, y así fue. Una tarde Shao K'inaymen notó la ausencia de uno de sus cheques. Revisó sus registros, reunió a la familia como era de costumbre y lanzó una advertencia sin rodeos Dijo que había sido víctima de un robo, que no iba a tolerar ese tipo de deslealtades y quien estuviera detrás de eso lo iba a pagar caro.

Speaker 1:

No mencionó nombres, pero todos sabían hacia dónde apuntaba. Sibel no confesó, no pidió perdón, no entregó el gato sino que se mantuvo en silencio. Pero dentro de su cabeza el pánico crecía, porque ella conocía a su padre, sabía de lo que era capaz y sabía que, si se enteraba, no solo la golpearía, como otras veces, la destruiría psicológica, emocional y físicamente. Sería el fin no solo del gato, sino de todo. Así que tomó otra decisión, una mucho más peligrosa y mucho más fría.

Speaker 1:

Sibel intentó recuperar el cheque. Llamó a Miguel Tawil, le explicó que había cometido un error, que el cheque no podía ser cobrado, que por favor se lo devolviera. Miguel, desconcertado, le dijo que no podía hacer eso, que ya lo había depositado, que todo estaba en orden. No le creyó y no entendía por qué insistía tanto Sibel. Insistió y hasta le suplicó al Miguel negarse por completo. Sibel lo amenazó, pero él se mantuvo firme que no se lo iba a devolver Y en ese momento ella decidió que Miguel debía desaparecer, no porque quisiera hacerle daño, sino porque, en su mente, miguel era la única persona que podía conectar el cheque con ella.

Speaker 1:

Y si Miguel hablaba, todo se caía. Ese fue el punto de quiebre, el momento exacto en que dejó de buscar una salida y empezó a planear un crimen. Cuando una persona toma la decisión de quitarle la vida a otra persona, no lo hace de la noche a la mañana. Hay un proceso, una secuencia de pensamientos que va de la desesperación al cálculo, del miedo al control. Y eso fue exactamente lo que pasó en la mente de Sibel Naime.

Speaker 1:

Después de que Miguel se negó a devolver el cheque, sibel comprendió que no había vuelta atrás. En su mente, él no era una víctima, miguel era una amenazaría. El castigo no sería simbólico, no sería una simple pescosa, una cachetada, ni una discusión. Sería una humillación pública, un infierno real desencajado por la furia. Era la vergüenza, el castigo físico, la condena dentro de su propia casa. Sí que decidió eliminar ese vínculo, eliminar el problema, y para eso había que engañar una vez más.

Speaker 1:

El 13 de diciembre de 1994, sibel tomó el teléfono y llamó a Miguel. Le dijo que su tía estaba interesada en comprar una pareja de perros salchicha. Le explicó que ella ya conocía a Miguel, que sabía dónde quedaba su casa y que podían verse esa misma tarde para concretar la venta. Y Miguel aceptó. No sospechó nada, era una venta más Y los criadores saben que en temporada navideña los clientes aparecen sin mucho aviso.

Speaker 1:

Era algo normal. Ese día, cuando Sibel llegó a la casa de Miguel en la urbanización Los Naranjos, fue recibida con la misma cortesía de la vez anterior La madre de Miguel estaba en la casa. Ella la saludó, sonrió y se mostró cordial. Si no me equivoco, creo que fue la segunda ocasión que la madre de Miguel le dio el café, no la primera. Pero poco después llegaron Miguel y Juan Carlos, su socio y amigo de apenas 19 años.

Speaker 1:

Ambos sabían que la supuesta compradora no era Sibel, sino su tía, quien, según ella, la estaba esperando en la entrada de la urbanización, así que decidieron acompañarla. Subieron los tres a la camioneta de Miguel Él iba manejando, juan Carlos se sentó al lado, sibel iba en el asiento de atrás. Lo que ellos no sospechaban era que en su bolso Sibel llevaba algo más que buenas intenciones Llevaba una pistola calibre 7.65. Y lo más escalofriante es esto Esa no era cualquier arma, mi gente, sino una arma que le pertenecía a su propio padre, la misma que había estado guardada por años en una gaveta del escritorio, que Sibel había tomado, sin que nadie la notara, y la había cargado. El trayecto fue corto, conversaron de manera casual, no hubo tensiones visibles, nadie presintió lo que estaba a punto de ocurrir.

Speaker 1:

Cuando llegaron cerca de la entrada de la urbanización, miguel detuvo el vehículo y le preguntó a Sibel si su tía venía. Ella dijo que sí, pero en lugar de bajar del carro, sibel sacó el arma. En cuestión de segundos la atmósfera cambió. El silencio se volvió plumo. Sibel les exigió el cheque. Miguel se volteó confundido e intentó calmarla. Le dijo que eso no era necesario, que podían hablar. Pero Sibel no quería hablar, quería resolver Y su forma de resolver era letal. Hubo un forcejeo, miguel trató de detenerla, se le lanzó encima y de repente Miguel cayó sin vida.

Speaker 1:

Al instante Juan Carlos entró en pánico, gritó, le suplicó que lo dejara vivir. Le dijo que no diría nada, que no la delataría, que él no tenía nada que ver. Pero Sibel no titubeó. Tenía clara esa idea de no puedo dejar testigos. Eso fue lo que ella dijo más tarde Y entonces disparó de él.

Speaker 1:

Segundo disparo, segundo cuerpo, segundo silencio. Todo eso ocurrió en menos de un minuto Dos jóvenes asesinados a sangre fría dentro de una camioneta por una joven de 18 años que hasta ese día jamás había cometido un acto violento, una muchacha que, con una vida de represión a cuestas, tomó la decisión más extrema posible. Después del segundo disparo, sibel bajó del vehículo. No corrió, no gritó, no pidió ayuda, simplemente se fue. Y se fue sin el cheque. No limpió la escena, no se deshizo del arma inmediatamente, simplemente regresó a su casa, como si todo lo que acababa de hacer fuera parte de una película que ya había terminado de ver, como si el crimen que ella misma había planeado no fuera una cadena de decisiones reales, sino un trámite para evitar algo peor.

Speaker 1:

La noche del 13 de diciembre de 1994 cayó sobre Caracas como cualquier otra. Nadie imaginaba que en una camioneta estacionada en una calle de la urbanización Los Naranjos, dos cuerpos sin vida comenzaban a enfriarse. El silencio de la urbanización solo fue interrumpido por el hallazgo más inesperado y brutal que habría vivido esa zona hasta ese momento. Fue un vigilante de la urbanización quien notó que la camioneta llevaba varias horas estacionada en el mismo lugar. No era un sitio extraño para estacionarse, pero la posición del vehículo y el hecho de que no se moviera lo alertaron. Se acercó para echar un vistazo por la ventana Y lo que vio jamás podrá borrar de su mente. Miguel Tawil estaba en el asiento del conductor, desplomado hacia el lado izquierdo, con sangre saliendo de la cabeza, y Juan Carlos González estaba inclinado sobre el asiento del copiloto, también ensangrentado con un disparo en la sien.

Speaker 1:

Los dos jóvenes se encontraban sin vida. El interior de la camioneta olía a pólvora, a líquido vital y a algo peor Olía a traición, peor Olía a traición. De inmediato el vigilante avisó a las autoridades. La policía científica llegó en cuestión de minutos. Sellaron el área, acordaron la escena y comenzaron a trabajar.

Speaker 1:

Lo primero que notaron fue que ese crimen no se trataba de un robo común, porque las billeteras de las víctimas estaban completas, no faltaban objetos de valor, no había señales de lucha extendida. Lo único claro era que los dos jóvenes habían recibido un disparo a quemarropa. A partir de ese momento la hipótesis de un asalto comenzó a debilitarse, ya que no cuadraba con los hechos. Porque ¿quién termina con la vida de dos jóvenes en una plena tarde, en un vehículo cerrado, sin llevarse nada? Había como que algo personal en ese crimen, algo planificado. La policía revisó la escena con detalle. No había cámaras, pero sí había testigos.

Speaker 1:

El comisario Leonardo Díaz Paruta, jefe de la División contra Homicidios del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, fue responsable de la investigación del caso. Luego del crimen, la investigación inicial iba dirigida a un posible ajuste de cuentas o un intento de robo. Que salió mal. Que salió mal, pero la madre de Miguel fue la primera en hablar. Contó que su hijo había recibido a una joven esa tarde, que ya había estado ahí antes comprando un gato, que se había presentado con la excusa de comprar perros salchichas para su tía. Ella misma la había visto llegar, entrar conversar con Miguel. Luego los tres, miguel, juan Carlos y la muchacha se habían ido en la camioneta.

Speaker 1:

La descripción era clara mujer joven, delgada, tez blanca, cabello castaño. Los vigilantes de la entrada también las recordaban, algunos incluso dijeron que les pareció nerviosa. Uno de ellos incluso recordó haber anotado la placa del carro con el que ella había entrado la primera vez En la camioneta donde ocurrió el crimen. Se recuperaron casquillos del arma utilizada y también una huella dactilográfica perteneciente a una tercera persona y que a los detectives le parecía que era de una mujer. Con esa información la policía tenía un punto de partida. No sabían su nombre, pero sabían que no era una persona desconocida para las víctimas. Eso descartaba por completo la teoría del robo aleatorio. Ya, no era un crimen sin rostro. Había un vínculo, una cara, una historia detrás.

Speaker 1:

En enero de 1995, mientras la policía continuaba su investigación, el padre de Sibel, shauki Naime, fue al Banco Unión para consultar con el gerente sobre aquel cheque desaparecido. Allí le informan que el cheque con su firma había sido cobrado en diciembre por 20,000 bolívares. Shawky le explica que ese cheque no había sido entregado por él y pidió el nombre del colaborador, el que más tarde él buscó en la guía telefónica. Ahora, cuando Shawky llama el número, es respondido por Antonio Tawil, el padre de Miguel, y el doctor Schauke le pide hablar con su hijo, pero éste le dice que su hijo no podía atenderlo porque había fallecido en diciembre. Y mientras Schauke le da las condolencias, durante esa breve conversación el hombre se toca el tema del negocio de su hijo, el de la venta de animales.

Speaker 1:

Y aquí Shauky hace la relación entre el cheque robado y el gato que Sibel había llevado a su casa, que supuestamente se lo había regalado una amiga. Aunque él no sospechó que Sibel tuviera algo que ver con la muerte del joven, shauky regresó a su casa furioso y quiso pegarle a Sibel en ese mismo instante, pero su esposa lo detuvo porque la familia se iba de vacaciones a Florida, en los Estados Unidos. Como Sibel iba a viajar así, toda moretoneada, ¿no Espera más tarde, por eso, ¿verdad? Cuando regresemos? Y así la familia viajó y la cosa quedó en veremos.

Speaker 1:

La policía visitó el criadero de mascotas donde Miguel y Juan Carlos solían hacer sus ventas. Allí, el socio mayor del negocio, que no estaba presente el día del crimen. Les mostró el registro de ventas recientes. Uno de los cheques, el del gato Angora, estaba a nombre del Dr Shaoqi Naime. La firma era de su puño y letra, o al menos eso parecía. Pero el Dr Naime, al ser contactado, negó haber hecho esa compra. Dijo que jamás había comprado un gato, que ni siquiera sabía que uno de sus cheques había sido usado con ese fin. Fue ahí cuando se dio cuenta de lo que realmente había pasado.

Speaker 1:

Shaoqi Naime confirmó que un cheque de su consultorio había desaparecido recientemente. Y no solo eso también había anotado la falta de su pistola, una pistola que llevaba años guardada y que ahora, misteriosamente, no estaba donde debía estar. La policía unió las piezas de inmediato Una mujer joven que había entregado un cheque con firma falsificada del Dr Naime, una transacción reciente con las víctimas Y ahora una pistola desaparecida que coincidía con el calibre de los disparos encontrados en los cuerpos. El círculo se cerró rápidamente. Le enviaron una foto a la mamá de Miguel para ver si las reconocía como la misma joven que fue a su casa. Y la mamá las reconoció Hasta se desmayó cuando le enseñaron la foto.

Speaker 1:

El 15 de enero de 1995, la policía se presentó en la casa de los Naime Iban, preparados para una conversación difícil, pero no esperaban encontrarse con lo que vieron. Al entrar, sibel estaba en su habitación con el rostro hinchado, el labio partido y marcas visibles en su cuerpo. Había sido golpeada, y no por un desconocido. Su padre, al enterarse del robo del cheque, la había confrontado días antes. Ella no confesó de inmediato, pero las sospechas lo sacaron de control. En un acto de furia y bajo la lógica retorcida de lo que lo había definido como padre, la golpeó sin piedad. No fue una simple gasnata. Mi gente fue una pela tremenda.

Speaker 1:

Cuando los detectives la interrogaron, notaron que, a pesar de las heridas, sibel no mostraba miedo hacia ellos. Más bien, parecía resignada, cansada Y después de unos minutos de preguntas confesó. Dijo que sí, que fue ella, que lo había planeado, que no quería hacerle daño a nadie, pero que se había sentido acorralada, que tenía miedo de que su padre la destruyera si se enteraba del cheque falsificado, que Miguel se negó a devolverlo y que sintió que no tenía otra salida. Dijo también que no conocía bien a Juan Carlos, que no tenía nada en contra de él, pero que no podía dejar testigos. Y lo dijo sin lágrimas, sin rabia, sin dramatismo, como quien admite haber llegado al fondo de algo que en realidad empezó mucho antes del crimen. Los detectives escucharon todo y tomaron nota. Ya, no quedaban dudas Tenían el arma, el motivo, la confesión y la conexión directa entre víctima y victimaria.

Speaker 1:

Sibel Naimes fue arrestada ese mismo día y a partir de ese momento Venezuela comenzó a enterarse del caso. Los medios de comunicación recogieron la historia primero con cautela, luego con morbo. Las portadas de los periódicos hablaban de la joven asesina del Este, el crimen del gato y dos muertes por una mentira. Pero en los tribunales el juicio apenas comenzaba. Cuando Sibel fue arrestada del país, no sabía quién era. Para los medios, sibel era simplemente una joven de buena familia acusada de un crimen que parecía sacado de una novela, pero conforme.

Speaker 1:

Cuando se fueron conociendo los detalles, el caso dejó de ser un crimen aislado y comenzó a convertirse en una historia nacional, una de esas que provocan indignación, morbo, preguntas incómodas y muy pocas respuestas claras. La fiscalía no tardó en presentar. Los cargos. Eran múltiples y graves Primero, doble homicidio calificado, después uso de armas de fuego sin porte legal Y también robo y falsificación de documento bancario por el cheque sustraído al padre.

Speaker 1:

El proceso judicial inició oficialmente en enero de 1995. Proceso judicial inició oficialmente en enero de 1995 y desde el comienzo fue seguido con atención por la prensa, no sólo por la brutalidad del crimen, sino por lo que representaba Una joven de clase alta, criada entre privilegios, que había desvivido a dos personas a sangre fría por un gato, o al menos eso era lo que la narrativa popular repetía sin parar. Todo fue por un gato, o al menos eso era lo que la narrativa popular repetía sin parar. Todo fue por un gato. Pero en la sala del tribunal la historia era aún más densa.

Speaker 1:

El abogado defensor trató de construir una imagen de Sibel como una muchacha afectada psicológicamente, criada bajo un ambiente autoritario, emocionalmente inestable, víctima de violencia intrafamiliar. Solicitó que se evaluara su estado mental. Insinuó que su juicio estaba nublado por el miedo, que sus actos habían sido desesperados, no premeditados. Sin embargo, la fiscalía tenía algo mucho más sólido Un plan con pasos claros un arma robada, una firma falsificada, un encuentro fingido y una ejecución precisa. La psicóloga forense que evaluó a Sibel confirmó que no padecía ninguna enfermedad mental que anulara su responsabilidad penal, sí tenía claros rasgos de trauma emocional, sí había sido víctima de maltrato en su hogar, pero eso no bastaba para justificar el desvivimiento de dos personas que no representaban un riesgo físico inmediato y mucho menos para explicar la frialdad con la que ejecutó el segundo disparo.

Speaker 1:

El juicio duró semanas. Los familiares de Miguel y Juan Carlos asistieron a cada audiencia. La madre de Miguel no pudo contener las lágrimas cuando contó que ella misma había recibido a Sibel ese día, sin saber que estaba dejando entrar a la asesina de su hijo. La familia de Juan Carlos el más joven, el que sólo estaba allí por acompañar, exigió justicia con el rostro desencajado por la impotencia.

Speaker 1:

Cuando el jurado escuchó la grabación de la confesión, no hubo mucho espacio para dudas. Los fiscales la reprodujeron completa. Ahí estaba Sibel, con la voz calmada, narrando paso por paso lo que hizo, cómo planeó la cita, cómo llevó la pistola, cómo disparó y cómo decidió que no podía dejar testigos. No hubo escándalos ni gritos, solo un silencio denso. Cuando el jurado anunció el veredicto Culpable de todos los cargos.

Speaker 1:

El fallo se dictó en 1996 y la sentencia fue firme 30 años de prisión. Esa fue una de las primeras condenas de 30 años en el país, la cual es la pena máxima de prisión en Venezuela, sin beneficios, sin posibilidad de reducción inmediata. Una condena larga de 30 años por desvivir a Miguel y Juan Carlos Una vida entera marcada por una decisión que, en menos de un minuto, destruyó tres familias. Sibel fue recluida inicialmente en el Instituto Nacional de Orientación Femenina, el INOF, en los Teques, un centro penitenciario para mujeres con condiciones duras y convivencia compleja. El lugar estaba lleno de internas condenadas por crímenes diversos, desde robos hasta homicidios, muchos de ellos provenientes de contextos completamente distintos al suyo. Al principio Sibel se aisló. No hablaba con nadie, no pedía favores, mantenía el mismo silencio que la había definido durante toda su vida Y eso en prisión se interpreta como altivez, como debilidad, como un blanco fácil. Durante sus primeros meses fue objeto de burlas y de amenazas, incluso de algunas agresiones físicas. Muchas internas no soportaban su presencia. La veían como la niña rica de envividura, la que creía no pertenecer a ese lugar.

Speaker 1:

Un año después de su ingreso, fue transferida a la Penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Moros. Allí la situación fue peor. El penal estaba sobrepoblado, sin recursos y dominado por jerarquías violentas. Las reclusas más agresivas controlaban los sectores completos. Isabel, para sobrevivir, tuvo que aprender a adaptarse. No se convirtió en líder, no formó alianzas, pero sí entendió que el silencio ya no bastaba. Tuvo que hacerse duro, aprender a defenderse y, sobre todo, entender que el encierro no era temporal, era su nueva vida.

Speaker 1:

Con el tiempo se convirtió en una interna modelo. Evitaba conflictos, se dedicó a estudiar, terminó el bachillerato en prisión. Se inscribió en un programa de arquitectura técnica ofrecido por la ONG externa. Mantuvo contacto limitado con su madre, quien la visitaba de vez en cuando. Su padre, en cambio, nunca más fue a verla.

Speaker 1:

Según testimonios de otras internas, sibel pasaba la mayor parte del tiempo leyendo o escribiendo. Internas, sibel pasaba la mayor parte del tiempo leyendo o escribiendo. Tenía una pequeña libreta donde, según decían, anotaba fragmentos de sus pensamientos. Nunca habló públicamente de lo que sentía, nunca pidió perdón, pero tampoco negó lo que hizo. No había arrepentimiento explícito, tampoco arrogancia, solo una especie de adaptación amarga, como si llevara los días contados en la piel uno por uno. Pasaron los años, 30 para ser exactos.

Speaker 1:

Sibel Naime cumplió su condena completa, sin privilegios. Fue una reclusa silenciosa, sin conflictos visibles, sin reincidencias Y en el año 2025 fue oficialmente puesta en libertad. Su salida no fue anunciada con cámaras ni titulares, no hubo periodistas en la puerta del penal, no hubo familiares esperando con parcartas, no hubo abrazos masivos ni celebraciones. La mujer que salió por ese portón no era la adolescente de 18 años que había entrado tres décadas antes. Era otra versión de sí misma, con su rostro endurecido, con la mirada pesada y con una historia a cuestas que Venezuela nunca olvidó. Durante los primeros días de su libertad, nadie supo nada de ella. Se pensó que tal vez había cambiado de identidad, que había decidido empezar una nueva vida en silencio. Pero eso duró poco, porque un día, en febrero de 2025, sin previo aviso, sibel reapareció, esta vez en la red social de TikTok.

Speaker 1:

En TikTok, no como influencer, no como víctima, sino como la protagonista de uno de los crímenes más fríos y calculados de la historia reciente venezolana. El video no fue largo, tampoco fue espectacular. El video no fue largo, tampoco fue espectacular. Fue ella frente a la cámara, con un fondo neutro y una expresión difícil de descifrar. Dijo que había pasado 30 años pagando por sus errores, que no buscaba lástima ni excusas, que sabía lo que había hecho y que quería por primera vez pedir perdón. Públicamente Dijo que cada día de su encierro había sido una especie de castigo que nunca terminó, que recordaba las caras de Miguel y de Juan Carlos y que aceptaba el juicio de quien aún no podía perdonarla.

Speaker 2:

Ni cómo empezar esto, pero quiero decirles que hay un familiar de las personas que yo desviví. Por favor tengan consideración y ustedes, los familiares, por favor digan somos familiares. Así la gente entiende el odio y entiende todo eso, porque aquí cuando critican, están criticando a los que juzgan y todo eso. Pero como?

Speaker 2:

yo dije si fueran los familiares, uno dice ok, pero le pido mil disculpas, señora, y bueno, esto es mi trabajo, no puedo hablar mucho, pero simplemente perdón si yo hubiera tenido la papel de víctima, ni nada. Yo vengo aquí a contar mi historia, mi historia de vida, para que la gente aprenda, la gente conozca, la gente sepa la realidad que está viviendo una persona después que haya cometido todos sus errores que cometió en la vida, que todo tiene sus consecuencias, cometido todos sus errores que cometió en la vida, que todo tiene sus consecuencias. Y bueno, si nunca tuve la oportunidad de pedir perdón, por miedo al rechazo y al saber que no iban a entender un perdón y a la vista está que nunca van a perdonar algo así yo tampoco lo perdonaría. Si algo le hicieran, hizo a un familiar mío, es algo imperdonable, pero no puedo regresar el tiempo, señora, y yo lo estoy pagando día a día. Y bueno, perdón, perdón. Nuevamente le digo que ojalá hubiera sido yo la que no estuviera en este mundo.

Speaker 1:

Y la reacción fue inmediata Mi gente explosiva, dividida e incontenible. Algunos le creyeron. Dijeron que había pagado con creces, que todo el mundo merece una segunda oportunidad, que nadie puede cargar una condena eterna después de cumplir su pena. Otros, en cambio, no se quedaron con nada por dentro. Los familiares de las víctimas estallaron. Uno de los hermanos de Juan Carlos publicó un video donde dijo mi hermano no tuvo segundas oportunidades, ella se las quitó. Ahora quiere venir a las redes a buscar redención. Pero eso no se gana con likes ni con vistas, se gana con verdad, y esa ella nunca la ha contado completa. El debate llegó a todas partes Redes sociales, medios digitales, programas de análisis. Algunos periodistas buscaron entrevistarlas, pero ella no respondió. Otros cuestionaron el uso de plataformas de TikTok para hablar de crímenes tan graves. Era eso justicia restaurativa o simple espectáculo? Lo cierto es que el video se hizo viral, fue compartido miles de veces. Luego de eso Sibel no publicó nada más, no apareció en entrevistas, no dio discursos, solo ese video Y nuevamente regresó a su silencio.

Speaker 1:

La historia de Sibel Naime no es solamente la historia de un crimen, sino que es la historia de un silencio familiar que nunca se rompió, de una sociedad que muchas veces se enfoca más en castigar que en prevenir de un adolescente que vivió bajo una constante presión hasta que decidió convertirse literalmente en el peligro que tanto temía. Pero aún más, es la historia de dos jóvenes, Miguel y Juan Carlos, que no merecían morir, dos hombres que confiaron en una clienta, en una sonrisa, en una transacción simple, y terminaron asesinados en una camioneta sin entender por qué. Y ahí está lo más difícil de esta historia. No se trata de justificar lo que hizo Sibel, no Que quede claro el crimen no se justifica, ni de convertirla en víctima, porque lo que ella hizo fue monstruoso, frío, calculado y doloroso. Pero tampoco podemos ignorar cómo llegó ahí y qué responsabilidad tuvo el entorno que la formó. ¿y qué responsabilidad tuvo el entorno que la formó? Porque nadie nace asesino. Eso se va construyendo Y en su caso, se construyó en silencio.

Speaker 1:

Hoy, a sus 49 años, sibel Naime vive lejos del foco público. Apareció, pidió perdón y se fue. No sabemos si realmente cambió, no sabemos si duerme tranquila, no sabemos si alguna vez ha sentido verdaderos remordimientos. Lo que sí sabemos es que hay heridas que ni el tiempo ni la cárcel logran cerrar Y hay crímenes que una nación nunca olvida Que, al fin del día, en realidad no fue realmente por un gato, sino que más bien por el miedo. Pero lo más fuerte de todo esto es que Miguel y Juan Carlos no vieron nada venir. Recibieron a una muchacha vestida, educada, que parecía de buena familia.

Speaker 1:

La dejaron entrar a su casa, la subieron al carro, le ofrecieron su confianza, porque uno no espera que quien sonríe venga armado. Y por eso hoy te digo algo claro No todo el que se ve inofensivo lo es. No todo lo que parece normal está bien por dentro. Y no todo el mundo merece tu confianza.

Speaker 1:

Miguel murió sin entender por qué Juan Carlos fue asesinado solo por estar ahí. Y la persona que les disparó era alguien que nunca levantó sospecha. Así que, antes de confiar ciegamente en alguien, pregúntate esto ¿Realmente conoces a esa persona o solo conoces la historia que te quiere mostrar? Y ahora que conoces la historia de Sibel Naime, te pregunto yo ¿Crees que 30 años de prisión son suficientes para pagar por dos vidas? ¿Dónde realmente termina el miedo y dónde empieza la maldad? ¿Se puede perdonar un crimen así, aunque se haya cumplido la condena? Los leo en los comentarios. Gracias por acompañarme durante este episodio. No olvides suscribirte al canal. Activa la campana para que no te pierdas cuando publico un nuevo video, que hasta ahora no tengo días fijos por mi horario de trabajo. Así estamos, los quiero mucho. Mi gente Hagan bien, sin mirar a quien Delitos de sangre, bye.

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