Delitos de Sangre

Explosión HUMBERTO VIDAL

Magaly Rivera

Send us a text

Support the show

Envíe su historia :amigasensangre@gmail.com
Suscríbanse!
Dele 5 Estrellas!
Gracias por apoyarnos!

Speaker 1:

Durante más de una semana, todos dijeron lo mismo Esto huele raro, lo dijo un cliente, lo dijo una cajera, lo dijo un vecino Y cada vez que llamaron les respondieron igual No hay peligro, todo está bajo control. Pero esa mañana la tierra tembló, los pisos colapsaron y 33 vidas quedaron sepultadas entre concreto humo y negligencia. Hoy vamos a conocer cómo una fuga invisible cambió a Puerto Rico para siempre. Esta es la historia de la explosión en Humberto Vidal. Just the emergency All units respond, be advised. Suspect is armed. Injustice, extreme danger Proceed with caution Officers on the scene, suspect is in custody. Hola, mi gente, bienvenidos a su canal. Delitos de Sangre. Yo soy Magaly. Gracias por estar conmigo durante este nuevo episodio, como siempre. Los invito a que sean parte de esta familia, se suscriban al canal, me dejen un comentario, un like o me compartan, para que este video de delitos de sangre llegue a donde más personas.

Speaker 1:

Río Piedras, puerto Rico, no siempre fue solo un barrio dentro de San Juan. Hubo un tiempo en que fue un pueblo aparte, con su propio alcalde, su plaza, su gente y su comercio. Un municipio vibrante, lleno de movimiento, de cultura y de historia. En 1951, cuando se integró oficialmente como parte del municipio de San Juan, eso no desapareció, río Piedras siguió siendo un corazón latiendo dentro de la capital. La vida en el área era intensa Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico caminando con libros en la mano, ancianos sentados en la plaza, madres con sus hijos saliendo del Colegio La Milagrosa, vecinos comprando en los puestos del Paseo de Diego. Ese era el Río Piedras del 96.

Speaker 1:

Cálido, ruidoso, lleno de movimiento, un espacio donde todos se conocían, donde el bullicio tenía nombre y rostro. A mediados de los 90, era un centro comercial urbano. El casco de Río Piedras era un laberinto de calles estrechas llenas de kioscos, de tiendas, de ferreterías, vendedores ambulantes, panaderías, de ópticas y de farmacias. Y entre todas esas tiendas había una que destacaba Humberto Vidal. La empresa había sido fundada por el empresario puertorriqueño del mismo nombre, humberto Vidal, décadas atrás. Décadas atrás, era una tienda dedicada a la venta del calzado, perfumes, carteras, accesorios y artículos escolares, entre otras cosas. Sus promociones atraían tanto a residentes de Río Piedras como a otras personas de otros pueblos. Si vivías en Puerto Rico en esa época, lo más probable es que por lo menos una vez en tu vida pisaste una tienda Humberto Vidal. Que por lo menos una vez en tu vida pisaste una tienda Humberto Vidal.

Speaker 1:

Con el tiempo, humberto Vidal se convirtió en una cadena sólida y respetada, en un símbolo de comercio local exitoso. Tenía presencia en centros comerciales importantes como Plaza Las Américas y Plaza Carolina, pero el edificio de Río Piedras era especial. Ese local, ubicado en la esquina de la calle González con la Paseo de Diego, no era solo un punto de ventas. Era la sede central. Era un edificio de seis pisos imponente con fachada moderna.

Speaker 1:

En los primeros dos niveles estaba la tienda principal, en el segundo piso también se albergaba una joyería. En el tercer piso operaba una tienda de música llamada Disco Feria y en los pisos superiores estaban las oficinas administrativas de la empresa. El sótano era prácticamente el almacén donde se guardaban las cajas, inventarios, mercancía y maquinaria. Quienes trabajaban allí lo describían como un lugar dinámico y exigente, pero familiar. La empresa contaba con un equipo leal, muchos de ellos empleados de años. La tienda abría temprano, se mantenía limpia y organizada, siempre tenían buena música y vitrinas llamativas. Cada diciembre el local se transformaba con decoraciones navideñas que iluminaban la esquina completa. Era imposible pasar por allí y no mirar.

Speaker 1:

En ese edificio también trabajaban empleados de confianza, como Elsa Cruz Santiago, quien era vendedora de joyería, irma Rivera, la empleada de la tienda de discos, y Félix Torres, quien formaba parte del personal de mantenimiento, personas comunes, padres, madres, estudiantes, gente trabajadora. Durante décadas ese edificio fue testigo de miles de vidas cotidianas Trabajadores buscando zapatos escolares para sus hijos, jóvenes bajando a escuchar música en los pasillos de discoferia Empleados cargando cajas por las escaleras traseras. A diario, decenas de personas entraban y salían del edificio sin pensar en el riesgo oculto que se acumulaba bajo sus pies. A mediados de octubre de 1996, empleados de la tienda comenzaron a notar un olor extraño. No era constante, a veces estaba, a veces no, pero cuando aparecía era fuerte. Un dolor que algunos describieron como olor a huevo podrido, el clásico signo del mercaptano, el químico que se añade al gas para que sea detectable.

Speaker 1:

En las dos semanas previas a la explosión, algo realmente andaba mal. Dentro del edificio Humberto Vidal. Ese olor ya era persistente. No era sutil, no era intermitente. Era constante, penetrante e inconfundible. Olía a gas, un gas que picaba en la garganta, que irritaba los ojos, que se quedaba pegado en la ropa Y lo peor era que venía de abajo del sótano.

Speaker 1:

Los primeros en notarlo fueron los empleados del almacén, luego lo sintieron los que trabajaban en la tienda y luego subió hasta los pisos más altos. El olor era tan fuerte que incluso los vecinos del área lo detectaban al pasar frente al edificio. Ahora, la gerencia de la tienda no ignoró los reportes. Hicieron lo que les correspondía.

Speaker 1:

Llamaron a San Juan Gas Company, la empresa encargada del servicio de gas licuado en esa área, y técnicos fueron al edificio Una, dos, tres veces Y en cada visita realizaron inspecciones superficiales. Llegaron a perforar la acera frente al local buscando si había alguna fuga en el sistema subterráneo, pero no encontraron nada. Los informes de San Juan Gas indicaban que no había peligro. La tienda en sí no tenía servicio de gas contratado¿. De dónde provenía entonces ese olor? Posiblemente pensaban que se trataba de un escape cercano pero externo, que también era posible que ese olor era causado por el cuero o el pegamento de los zapatos. Pero los empleados sabían que algo estaba mal. Pedro Luis Cruz, el supervisor de mantenimiento, los reportó varias veces. Luis Enrique Vázquez, gerente de seguridad, insistía que el olor era normal. Incluso algunos de los técnicos que fueron al lugar comentaron entre ellos que el olor no era usual, pero oficialmente no se emitió ninguna alerta.

Speaker 1:

El día 20 de noviembre se realizó una tercera inspección, otra vez sin hallazgos críticos. No se recomendó evacuar el edificio, nadie pidió cerrar la tienda y la operación continuó como si nada. En realidad, nada parecía fuera de lugar. Todo parecía fluir como siempre, pero lo que no sabían o no vieron fue que el gas ya había encontrado su camino Por debajo de la tierra a través de pequeñas grietas en la tubería, se había ido acumulando en el sótano del edificio, día tras día, litros y litros de gas propano comprimido, encerrado en un espacio donde no había ventilación adecuada, donde la más mínima chispa podría desatar una tragedia.

Speaker 1:

Puerto Rico estaba solo horas de despertar, con una herida que nunca cerraría. El jueves 21 de noviembre de 1996, río Piedras amaneció como siempre. Ese jueves amaneció claro, un cielo azul sin promesas de lluvia, típico de noviembre en San Juan. Eran días previos a la Navidad y las tiendas estaban preparándose para la época de mayor movimiento. El tráfico era habitual, los estudiantes caminaban rumbo a clase y en el aire había ese ajetreo cotidiano de un pueblo que vivía acelerado.

Speaker 1:

En el Colegio La Milagrosa, justo al frente del edificio Humberto Vidal, los maestros pasaban lista, niños uniformados tomaban asiento en sus pupitres, mientras las religiosas que dirigían el plantel organizaban el día. En la tienda Humberto Vidal, los empleados acomodaban vitrinas, subían mercancía desde el sótano y se preparaban para abrir sus puertas oficialmente para los clientes. El edificio estaba lleno de vida. Algunos trabajadores de las oficinas administrativas ya estaban en sus escritorios, los de Discoferia, en el tercer piso, hablaban sobre el nuevo cargamento de discos que había llegado esa semana. Era una mañana común, casi perfecta, pero a las 8 y 35 de la mañana del 21 de noviembre de 1996, todo cambió.

Speaker 1:

Sin aviso, sin tiempo para reaccionar, una explosión sacudió el casco urbano de Río Piedras. Una tremenda explosión de gas, silenciosa en su origen, pero devastadora en consecuencia. La detonación fue tan violenta que, en segundos, cuatro de los seis pisos del edificio colapsaron sobre sí mismo. Una tras otra, las losas de concreto cayeron como fichas de dominó. El estallido partió el corazón del edificio desde el sótano y la onda expansiva fue tan brutal y tan violenta que los cristales de las vitrinas salieron disparados hacia la calle como proyectiles. Los autos estacionados al frente quedaron aplastados por los escombros. Pedazos de concreto volaron hasta el otro lado de la Paseo de Diego. Las ventanas del Colegio La Milagrosa se rompieron. Era como si las ventanas se hubieran convertido en cuchillos voladores.

Speaker 1:

Los niños gritaron Tras la explosión. Por unos segundos hubo silencio absoluto, desde que te revienta los oídos. Luego llegó el sonido más humano que existe el grito de alguien pidiendo auxilio. Y en esos segundos inmediatamente posteriores reinó el caos. Algunos pensaron que era un terremoto, otros que era una bomba.

Speaker 1:

Minutos después del estruendo, el aire en Río Piedras era irrespirable Olor a gas, humo gris, gente caminando como zombies, con sangre en el rostro, con la ropa rasgada. Algunos gritaban por sus familiares, otros simplemente no podían hablar. Las monjas actuaron de inmediato, sacando a los estudiantes del edificio, sin saber si algo más podría explotar. En la calle todo era confusión Alarmas sonando, gente corriendo sin dirección, gritos pidiendo ayuda. Algunos salían de entre los escombros cubiertos de sangre, otros estaban atrapados. Se escuchaban voces gritando desde abajo ayuda, estoy vivo. Todo sucedió en cuestión de segundos. La zona que minutos antes era un centro de actividad, ahora era un campo de ruinas.

Speaker 1:

Puerto Rico estaba a punto de enfrentar una de las tragedias civiles más dolorosas de su historia moderna. La calle quedó cubierta por una nube espesa de polvo gris. El concreto pulverizado cubría todo las aceras, carros, vitrinas, señales, zapatos perdidos, un pie asomándose entre dos bloques, una cartera abierta, una mano inmóvil. Los primeros en reaccionar fueron los propios vecinos y comerciantes. La gente no esperó por las autoridades. Comenzaron a levantar pedazos de concreto con sus propias manos. Uno de ellos era Rubén del Valle, vendedor de la tienda, que sobrevivió porque aún no había entrado al edificio.

Speaker 1:

Fue uno de los primeros en meterse entre los escombros buscando a sus compañeros. Él no era rescatista, no tenía casco, solo tenía coraje y necesidad desesperada de sacar a alguien con vida. Ese acto de valentía salvó una vida. Maestras del Colegio La Milagrosa también actuaron al instante. Sacaron a los niños, los llevaron al patio, los contaron uno por uno y abrieron las puertas para que los rescatistas usaran las instalaciones como centro de triage.

Speaker 1:

La Policía de Puerto Rico, el Cuerpo de Bomberos, el Negociado de Manejo de Emergencias y Unidades de Rescate Urbano, la Guardia Nacional llegaron a la escena en cuestión de minutos y más tarde equipos especializados de la FEMA y rescatistas de Nueva York y Florida. Pero los primeros que realmente marcaron la diferencia fueron los ciudadanos comunes. Formaron cadenas humanas para remover los escombros. Más livianos Se usaron cubos, palas, barras de metal y los que no podían mover concreto, les dieron agua, ayudaban a calmar a los heridos o simplemente se quedaron a orar. Los bomberos entraban con respiradores, algunos con cámaras térmicas, otros con perros entrenados para detectar vida bajo tierra. Cada señal, cada ladrido, cada leve sonido era una esperanza. El cardenal Luis Aponte Martínez llegó al lugar antes del mediodía, caminó entre los escombros, se quitó la sotana y comenzó a dar la extrema unción a los cuerpos, que iban sacando uno por uno y colocaban, cubierto con sábanas, frente al Colegio La Milagrosa. Ese colegio se convirtió en morgue, se convirtió en hospital, en el refugio y en altar improvisado al mismo tiempo.

Speaker 1:

Las primeras 24 horas fueron extremas porque se temía una segunda explosión. La estructura estaba inestable, pero nadie se detuvo, nadie dijo. Hasta aquí, día y noche, bajo lluvia, calor y polvo, los rescatistas siguieron canes y a la lucha. Se detuvo en seco, viendo la televisión, escuchando la radio, preguntándose si lo que estaba pasando, si lo que estaban viendo era real. Pero era real, era más real que nunca. Ese día, puerto Rico entero se detuvo.

Speaker 1:

Las emisoras interrumpieron su programación. Las noticias no hablaban de otra cosa. Nadie entendía aún qué había pasado, pero todo el mundo sentía que algo muy grande, muy grave acababa de romper el corazón de una comunidad. Entre los rescatados estaba José Santiago, un joven que trabajaba en la tienda y estuvo atrapado por casi 70 horas bajo una montaña de concreto. Lo encontraron gracias a un micrófono sísmico que captó golpes débiles.

Speaker 1:

Cuando lograron sacarlo, medio, puerto Rico lloró frente a la pantalla del televisor. Las primeras cifras comenzaron a filtrarse con el pasar de las horas Al principio decían que habían cinco muertos, después diez y al anochecer ya eran más de 20. Fueron 33 personas las que perdieron la vida ese 21 de noviembre de 1996. 33 vidas, no números, no estadísticas. Gente. Gente con familia, con sueños, con vidas plenas. Algunos fallecieron al instante, otros murieron atrapados entre los escombros, otras en el hospital y muchas más sobrevivieron, pero jamás volvieron a ser las mismas.

Speaker 1:

Entre las víctimas estaba Nitsa Baez, una empleada de la discoferia que llevaba más de ocho años trabajando en el tercer piso. Aquella mañana llegó más temprano del usual porque tenía que organizar un pedido. Su madre la vio salir de la casa con una sonrisa. Nitza fue una de las primeras en ser identificadas.

Speaker 1:

Juan García López, de 24 años apenas, comenzaba su primer día de trabajo en la tienda Humberto Vidal. Ese día estaba en el sótano preparando cajas de mercancía. Juan García López nunca logró salir. Su hermano, empleado también de la empresa, fue quien tuvo que identificar su cuerpo por el reloj que llevaba en la muñeca. También perdió la vida Cristina Delgado, una clienta habitual que había entrado esa mañana buscando zapatos escolares para su hija.

Speaker 1:

Estaba con su niña en la tienda cuando todo colapsó. La niña sobrevivió, cristina no. Otra víctima fue Carlos Rivera Colón, un mensajero que se encontraba en el segundo piso haciendo una entrega a la joyería. Su cuerpo fue uno de los más difíciles de recuperar por la posición en la que quedó, atrapado entre columnas rotas y acero retorcido. Los nombres se multiplican, multiplican Luis Rosario, carmen Ortiz, víctor Manuel Quiles, judith López, héctor Andújar, wilma Ramos, jorge Lebrón, ramón González, y así hasta llenar 33 espacios.

Speaker 1:

Algunos eran trabajadores, otros visitantes, algunos estaban de paso. Hubo historias de hermanos que murieron juntos, de empleados que estaban ese día cubriendo un turno para otro compañero, de clientes que solo iban a hacer una compra rápida. Mientras tanto, en los escombros se vivió una operación de rescate lenta y dolorosa. Los cuerpos eran encontrados aplastados, calcinados, atrapados entre vigas y concreto. Algunos no eran reconocibles. Se necesitaron días para identificarlos. Otros fueron encontrados porque una mano salía entre los bloques o porque un perro ladraba con insistencia en un punto. A todos los unió ese instante brutal.

Speaker 1:

Entre todos esos nombres que empezaron a sonar en las noticias, hubo una que estremeció a Puerto Rico la de Maritza Ramos y sus dos hijas pequeñas. Maritza tenía 31 años y fue una de las primeras víctimas en ser reconocidas. Aquella mañana había salido con sus niñas de 4 y 3 años para hacer una diligencia rápida. Algunas versiones dicen que entró a la tienda Humberto Vidal a comprar zapatos, otras que iban simplemente de paso. Pero lo cierto es que las tres estaban dentro del edificio cuando ocurrió la explosión, cuando el sótano estalló y los pisos comenzaron a colapsar. Nadie tuvo tiempo de reaccionar.

Speaker 1:

Maritza quedó atrapada entre los escombros. Murió en el acto mientras sostenía a sus hijas de la mano. Increíblemente, sus hijas sobrevivieron. Los rescatistas las encontraron entre los restos, cubiertas de polvo, confundidas y llorando. No se sabe con exactitud cómo escaparon a la muerte. Algunos dicen que una de ellas estaba debajo de una estructura que la protegió. Otros creen que cayeron justo un espacio donde no colapsó el concreto. Pero lo que sí se sabe es que salieron vivas, aunque no intactas, porque el cuerpo salió, sí, pero la mente se quedó allí Con el tiempo.

Speaker 1:

Su abuela, justina Rivera, hablaría del estado de sus nietas. Una de ellas decía que parecía una zombi sin emociones, sin energía. Ambas quedaron con traumas severos. En una entrevista años después, justina decía que la muerte de su hija las habría destruido por dentro. Dijo y cito no estoy vendiendo la muerte de mi hija, pero mis otras dos niñas quedaron destrozadas. Y todavía estamos aquí esperando justicia.

Speaker 1:

El padre también presentó una demanda por el daño emocional que vivían las niñas. Mi gente, el dolor a veces no se grita, se guarda, se arrastra, y eso fue lo que pasó con estas dos niñas. Salieron vivas, pero nunca volvieron a ser las mismas. Los familiares vivieron un calvario de días. Algunos iban a hospitales, otros a la morgue, otros se quedaban frente al cordón de seguridad esperando escuchar un nombre, una pista, un milagro. En muchos casos la identificación se hizo por objetos personales, fragmentos de ropa, una cadena o una prenda. El gobierno ofreció apoyo psicológico, pero era evidente que el país entero estaba en duelo. El luto fue nacional, no solo por las víctimas, sino por el trauma colectivo de haber presenciado cómo, en plena rutina, una tragedia podía arrancar a tantos de golpe.

Speaker 1:

El 23 de noviembre se celebró una misa colectiva en la Plaza de Convalescencia, cientos de personas encendieron velas, se leyeron los nombres, uno por uno, y cada nombre fue respondido con un presente porque, aunque sus cuerpos se hayan ido, esas vidas seguían presentes en la memoria de quienes los amaron y en la historia de un país que jamás debe olvidar lo que pasó. Apenas comenzaron a remover los escombros, la pregunta era inevitable Qué pasó? Pasó? Desde el primer momento las autoridades sabían que esto no había sido un simple accidente estructural. La manera en que explotó elciado de Ciencias Forenses. Comenzaron a trabajar con investigadores del National Transportation Safety Board, el NTSimas líneas eléctricas destruidas, pero había que encontrar la causa.

Speaker 1:

Tras la devastadora explosión en la tienda de Humberto Vidal, los investigadores comenzaron a buscar respuestas entre los escombros. Dos hallazgos físicos fueron cruciales para entender la magnitud y el origen de la tragedia. Una de ellas fue una viga de acero completamente torcida, no por el peso o por un colapso lento, sino por el calor y la presión de una explosión. El metal literalmente se había doblado como si fuera plasticina, algo que solo sucede con una deflagración masiva. Ese detalle fue significativo, ya que las explosiones que ocurren en los niveles superiores tienden a empujar estructuras hacia abajo. Pero una viga doblada hacia arriba sugiere que la fuerza provino desde abajo. Pero quizás lo más impactante fue lo que encontraron en el techo del edificio Zapatos, huellas de decenas de zapatos que, al momento del estallido, volaron desde el piso más bajo, la tienda, hasta aterrizar en el techo del sexto piso. Imagínatelo, el poder de esa explosión fue tan fuerte, tan brutal que proyectó objetos y cuerpos hacia arriba, no hacia los lados.

Speaker 1:

Eso no ocurre con una explosión normal de gas en cocina. Eso es una acumulación masiva, lenta y silenciosa de gas propano en un espacio encerrado. Mi gente, el sótano. Estos elementos físicos, junto con otros hallazgos, ayudaron a los investigadores a concluir que la explosión se originó en el sótano. Otro hallazgo sumamente importante fue una acumulación de gas propano en el sótano, lo que confirmó la sospecha que ya estaba en boca de todos Eso no fue una bomba ni un acto terrorista. Eso fue una fuga.

Speaker 1:

Los funerales comenzaron casi de inmediato. Algunas familias velaron a sus seres queridos en sus comunidades, otros lo hicieron en Río Piedras, cerca del lugar donde todo ocurrió. El gobierno de Puerto Rico declaró tres días de duelo. Las banderas ondearon a media hasta En las escuelas, se guardó un minuto de silencio y los medios detuvieron la programación habitual para dar espacio a la cobertura en vivo. El Colegio La Milagrosa, que también sufrió daño, se convirtió por semanas en un símbolo de fe de resistencia. Las religiosas que dirigían el colegio recibieron cartas de todo Puerto Rico. Los niños fueron transferidos temporalmente a otras escuelas. Algunos no volvieron nunca más. Otros tardaron años en superar el trauma. Hubo casos de estrés postraumático severo. Psicólogos y trabajadores sociales fueron asignados a la comunidad durante meses.

Speaker 2:

Qué es lo que espera? Yo creo que hasta ahora va muy bien y yo sé que lo que ustedes que están viendo esto saben que no es tan sencillo como aparentaría mover esas vigas y ponerla en posición sin que haya ningún golpe fuerte, pero hasta ahora la operación va muy bien. ¿a este momento, cuánta colaboración federal se ha recibido en este caso? Bueno, la colaboración federal ha sido excelente Desde el momento que solicitamos al presidente Clinton que nos diera el apoyo para esta crisis, que inmediatamente respondió declaró esto una emergencia, un desastre, liberando así la posibilidad de que vinieran unos equipos, equipos que están ya aquí a varias horas del incidente, laborando en Puerto Rico Primero, un equipo que está evaluando las causas, el origen de este suceso, y otros que están laborando conjuntamente con nuestro personal de las diferentes agencias. En todas estas gestiones que se están haciendo ahora, ya sea en la de búsqueda, ya sea en la parte de asegurar la estructura, En todo eso hemos tenido una colaboración federal excelente. Una última pregunta por favor.

Speaker 2:

Familiares de las víctimas, ¿qué servicios se les está ofreciendo? Ustedes han visto que hay una serie de equipos también que se han activado para individualmente a todos los familiares darle primero información y segundo, darle apoyo psicológico para que puedan movilizar los recursos familiares, las redes familiares y de amistad que tenga cada familia En esta situación. Son equipos de profesionales. Está envuelto el departamento de la familia, está envuelto el AMSCA. De hecho también se han hecho acercamientos para la población en general, Se han ofrecido psicólogos para que puedan responder Y creo que se han ofrecido esos servicios a los medios de comunicación que quieran así utilizarlo.

Speaker 1:

La zona alrededor del edificio fue clausurada. Nadie quería pasar por allí y se evitaba Porque era como caminar por un cementerio sin lápidas. Los investigadores comenzaron a revisar los informes previos y ahí es donde todo comenzó a tomar forma. Durante las siete semanas anteriores a la tragedia, los empleados, vecinos y comerciantes de la zona habían reportado aquel olor a gas. Varios reportes fueron enviados a la San Juan Gas Company, filial de Enron. Los técnicos fueron aquellas tres veces a revisar. Las últimas inspecciones se hicieron un día antes y la misma mañana de la explosión. Y el diagnóstico no se encontró fuga, pero el gas estaba ahí. Diagnóstico no se encontró fuga, pero el gas estaba ahí. El gas provenía de una línea de distribución subterránea conectada a la San Juan Gas Company. En teoría, esa línea debía estar cerrada y fuera de servicio desde hacía meses, pero en la práctica la tubería tenía un escape en una sección debajo del pavimento frente al edificio. El gas había estado filtrándose durante semanas o días, desplazándose por la tierra y acumulándose en el sótano de la tienda sin que nadie lo notara visualmente. Técnicos de San Juan Gas Company perforaron la acera, midieron niveles de concentración de gas e incluso caminaron con detectores portátiles dentro del local, pero todas las visitas concluyeron que no había fuga activa. Incluso la misma mañana del 21 de noviembre, pocas horas antes de la explosión, hubo una inspección final. El veredicto fue el mismo que todo estaba bien. Obviamente no estaba bien. Lo que se acumuló en el sótano fue una bomba invisible, alimentada por negligencia. Al ser más pesado que el aire, el gas se mantuvo abajo, invisible, acumulándose sin que nadie lo notara del todo. Solo hacía falta una chispa Y llegó. Falta una chispa y llegó. Puede haber sido un interruptor de luz, un motor, una chispa eléctrica, nadie lo sabe con certeza. Pero cuando ocurrió esa chispa, el sótano se convirtió en una bomba y explotó hacia arriba.

Speaker 1:

En mayo de 1997, tras meses de peritaje, entrevista y reconstrucción de los hechos, el National Transportation Safety Board, el NTSB, emitió su informe final. El documento fue contundente La causa probable del accidente fue la acumulación de gas propano como resultado de una fuga no detectada de una línea de servicio cerrada incorrectamente y la falta de medidas adecuadas por parte de San Juan Gas Company y para verificar y asegurar dicha línea. Pero ahí no terminó la historia. Ese informe desnudó una serie de fallas sistemáticas que indignaron al país. No se usaron equipos ultrasensibles disponibles para detectar concentraciones de gas mínimas. No se evacuó el edificio, a pesar de las quejas reiteradas, no se documentaron adecuadamente todas las inspecciones previas. Se ignoraron señales visibles y persistentes.

Speaker 1:

La detección falló porque los agujeros de inspección eran demasiado superficiales Eran de 46 centímetros versus los 120 centímetros requeridos y el técnico no probó el detector en aire fresco, al aire libre. Los técnicos fueron enviados al área, sí, pero no inspeccionaron el sótano, no detectaron la fuga Y lo más grave es que tampoco sabían operar. Famosa por uno de los escándalos financieros más grandes en la historia de los Estados Unidos, resulta que Enron era la dueña de San Juan Gas Company y el informe del NTCB fue claro Enron no supervisó adecuadamente las operaciones de su filial. Sabían desde hacía más de 10 años que el sistema de tuberías de gas en San Juan no cumplía con los estándares de seguridad. Sabían que había deficiencias, sabían que había riesgos Y no hicieron nada. O, mejor dicho, lo intentaron, pero tarde y mal. Según el informe, enron había comenzado a corregir algunos problemas justo antes de la explosión, pero ya era muy tarde. 33 personas ya habían perdido la vida y un país entero estaba exigiendo justicia. Pero no solo Enron fue señalado.

Speaker 1:

El informe también responsabilizó a la Comisión de Servicio Público de Puerto Rico por no fiscalizar de forma rigurosa y al Departamento de Transporte de Estados Unidos por no monitorear adecuadamente los sistemas de distribución de gas en la isla. Una cadena de negligencias, un sistema roto desde lo más alto y una tragedia que pudo haberse evitado con una sola inspección hecha correctamente. Así de simple y así de doloroso. La empresa San Juan Gas Company fue señalada como responsable directa. Se enfrentó a múltiples demandas civiles, así como investigaciones federales por negligencia grave.

Speaker 1:

También se abrió una investigación contra el Colegio de Ingenieros y las autoridades municipales por falta de fiscalización de estructuras con sistema de gas industrial. Nadie fue encarcelado, pero las consecuencias sociales y legales fueron severas. Se pagaron millones en indemnizaciones, la compañía cambió de administración y se reformaron protocolos de seguridad en instalaciones de gas a nivel nacional. O sea que la lección fue clara una tragedia que pudo evitarse, un crimen sin intención pero con culpables. Cuando terminaron de remover los escombros, ya no quedaba nada en pie, solo un vacío, un terreno plano donde antes había un edificio lleno de voces.

Speaker 1:

El espacio donde estaba la tienda Humberto Vidal se convirtió en una herida abierta en el corazón de Río Piedras. La tragedia no solo dejó 33 muertos y 69 heridos, dejó padres sin hijos, hijos sin padres, empleados sin compañeros y un país entero con una marca imborrable, pero poco a poco comenzó la reconstrucción, no del edificio sino de la comunidad. Se organizaron vigilias, misas conversatorios, un grupo de familiares, amigos de víctimas y ciudadanos comunes se movilizó para que no se olvidara lo ocurrido. Así nació la idea de crear un espacio conmemorativo, el Parque Conmemorativo Humberto Vidal, inaugurado en el lugar exacto donde ocurrió la explosión. No es grande, no tiene adornos ostentos, pero en el centro una escultura metálica representa una espiral de concreto roto como las losas que colapsaron una sobre otra aquel día.

Speaker 1:

Cada 21 de noviembre, familias, rescatistas, bomberos, sobrevivientes y ciudadanos se reúnen allí para leer los nombres de las víctimas, sin discursos políticos, sin cámaras de televisión, solo silencio, velas y memoria. Porque si ellos no lo hacen, ¿quién lo hará? Y no es que la gente haya querido olvidar. Es que Puerto Rico ha tenido tantas crisis desde ese entonces huracanes, apagones, terremotos, pandemias, corrupción que lo urgente muchas veces tapa lo importante. Pero este caso, este caso fue un par de aguas De esta tragedia.

Speaker 1:

También surgieron iniciativas educativas En la Universidad de Puerto Rico. Algunos profesores de ingeniería civil comenzaron a incluir el caso como estudio obligatorio sobre fallas humanas y negligencia en infraestructura urbana. En las escuelas públicas se usa el evento como ejemplo de conciencia cívica y responsabilidad profesional. Y aunque el edificio ya no está, el recuerdo permanece. Está en quienes vivieron el estruendo, en quienes perdieron a alguien, en los que salieron vivos pero con cicatrices, en los que caminan aún por el Paseo de Diego y al llegar a la esquina con la calle González, sienten un nudo en la garganta, porque hay tragedias que el tiempo no borra, solo enseña a cargar. Tras el impacto emocional y social que dejó la explosión de la tienda Humberto Vidal, era imposible seguir la vida como si nada. Puerto Rico necesitaba respuestas, pero también necesitaba cambios reales, cambios que evitaran que una tragedia así volviera a repetirse.

Speaker 1:

La primera reacción fue institucional. Apenas meses después del accidente, se presentaron varias medidas legislativas enfocadas en la regulación y fiscalización de sistemas de distribución de gas propano. Estas incluyeron auditorías obligatorias a todas las empresas que ofrecieran servicios de gas en estructuras comerciales y residenciales, revisión completa del protocolo de cierre de líneas de gas inactivas, capacitación adicional para técnicos de inspección, la creación de un registro de fugas reportadas con seguimiento obligatorio hasta su resolución Y, lo más importante, una legislación que obligaba o obliga a actuar y evacuar automáticamente cualquier estructura donde se detectara olor a gas, hasta tener una certificación escrita de que no existía peligro. También se reformaron protocolos de emergencias urbanas.

Speaker 1:

Las agencias como bomberos, manejo de emergencias, la policía y la Guardia Nacional desarrollaron guías comunes de respuesta para casos de colapsos estructurales y explosiones en zonas densamente pobladas. La tragedia también llevó a revisar los códigos de construcción. Se endurecieron requisitos para que el manejo de gases combustibles, ventilación de sótanos y planes de escape Todo edificio comercial debía tener planos actualizados, extintores certificados y planes de emergencia visibles. Después del dolor vino la furia y con ella los abogados, familiares de las víctimas, empleados, sobrevivientes, comerciantes, transeúntes. Más de 1,400 personas presentaron alrededor de 500 demandas en cortes federales y locales Y el objetivo era claro responsabilizar a San Juan Gas Company, a su matriz, enron y a otros actores por negligencia, homicidio culposo, lesiones físicas y trauma emocional.

Speaker 1:

Y entonces, mi gente, ocurrió algo inesperado Esa compañía, enron, colapsó Apenas cinco años después de la explosión en Río Piedras. Enron se declaró en bancarrota. El gigante energético, envuelto en un escándalo de fraude corporativo, cayó estrepitosamente Y con él se congelaron los procesos judiciales, así de brutal. Los juicios que estaban por comenzar en 2001 se suspendieron. Las familias que llevaban años esperando por justicia tuvieron que seguir esperando y muchas ni siquiera pudieron obtener compensación alguna. Los que sí lo lograron.

Speaker 1:

Alrededor de 800 demandantes recibieron acuerdos cubiertos por seguros de responsabilidad. Se estima que esos acuerdos totalizaron unos 60 millones de dólares, pero aún quedaban más de 700 personas con casos pendientes, muchas de ellas con lesiones permanentes, traumas psicológicos o pérdidas familiares devastadoras. Decenas de familiares recibieron indemnizaciones por daños, pérdidas y gastos médicos, pero para muchos el dinero no era suficiente. Lo que querían era justicia, una admisión pública de culpa, algo que durante años nunca llegó de forma clara. El caso también provocó la revisión de licencias profesionales de técnicos que participaron en las inspecciones previas. Algunos fueron suspendidos, otros fueron removidos, y se cuestionó con fuerza el rol de las agencias reguladoras que, por omisión o por negligencia, no actuaron cuando pudieron hacerlo, en una lección multidisciplinaria sobre cómo fallan los sistemas, pero sobre todo cómo fallan las personas cuando se pierde el sentido de responsabilidad. Y aunque todo eso parezca mucho, todavía hay quienes creen que no fue suficiente, porque pasaron los años, se pagaron las demandas, se mejoraron algunas cosas, pero la memoria colectiva se ha ido diluyendo. Por eso familiares, sobrevivientes y voluntarios insisten que hay que seguir hablando del tema, contarlo, recordarlo, porque la memoria no es venganza, es prevención y porque si olvidamos lo que pasó en la tienda de Humberto Vidal, podría pasar otra vez.

Speaker 1:

El 21 de noviembre de 1996 no fue simplemente un trágico día. Fue una llamada de alerta que nadie quiso contestar a tiempo. Fue el momento en que quedó claro que la vida cotidiana, la más simple, puede desaparecer en un segundo por culpa de la negligencia, la burocracia y el desprecio por la seguridad de otros. Los 33 de la tienda Humberto Vidal no murieron por azar. Murieron porque hubo personas que no hicieron su trabajo, porque ignoraron señales, porque se minimizó el peligro, porque en algún momento alguien dijo eso no es nada, pero sí era. Era una línea de gas activa cuando no debía estarlo, era un olor que no se investigó como se debía. Era una comunidad entera que fue silenciada por una explosión.

Speaker 1:

Años después, la ciudad de Río Piedras sigue de pie, el Paseo de Diego sigue lleno de gente, el Colegio La Milagrosa sigue dando clases Y donde antes había ruinas, hoy hay un parque sencillo, silencioso, donde la tierra todavía guarda el eco de aquel estallido. Pero la pregunta que nos queda es esta De verdad aprendimos algo? ¿De verdad estamos seguros de que no volverá a pasar? Las tragedias no solo deben doler, deben dejar huella, deben cambiar sistemas, cambiar mentes, cambiar prioridades. Y lo ocurrido en Humberto Vidal debe seguir contándose, no como anécdota, no como historia, sino como advertencia, porque olvidar sería repetlo, y Puerto Rico no puede darse el lujo de otra explosión como esa.

Speaker 1:

El 21 de noviembre de 1996, un niño de apenas dos años y diez meses, llamado Brian Medina Nazario, se convirtió en símbolo de esperanza tras sobrevivir a la devastadora explosión de la tienda Humberto Vidal en Río Piedras, puerto Rico. A pesar de su corta edad, sobrevivió, pero con lesiones físicas y emocionales profundas. Años después seguía teniendo pesadillas, le temía el gas a los ruidos fuertes, a entrar a una tienda cerrada. Pero su supervivencia fue vista como un milagro en medio del desastre y su historia fue ampliamente difundida por los medios de comunicación. Años después, brian ha continuado su vida y su historia sigue siendo un recordatorio del impacto humano de aquella tragedia. Su experiencia representa no solo la resiliencia individual, sino también la necesidad de recordar y aprender de los errores que llevaron a aquel fatídico día. No todo el dolor se ve, no todos los daños sangran. A veces lo que más duele es lo que queda por dentro, lo que nadie puede curar con una operación ni con un yeso.

Speaker 1:

La explosión de la tienda Humberto Vidal no solo se llevó 33 vidas, sino que dejó cientos, quizás miles de personas vivas, rotas sobrevivientes, rescatistas, niños, empleados, vecinos. Todos con algo en común el trauma. El caso más simbólico fue sin duda el de Rubén del Valle. Aquel vendedor que trabajaba justo allí en la tienda Perdió a su jefe y a sus compañeros en un instante. Años después seguía sin poder dormir, luchando contra la depresión. Un día simplemente no aguantó más. Se encerró en su garaje con un revólver y fue por intervención de su familia que no se convirtió en otra víctima de la tragedia. Y también está el caso de Justina Rivera, cuya hija Maritza murió junto a las dos niñas pequeñas que sobrevivieron.

Speaker 1:

Las niñas hoy adultas crecieron con cicatrices que no se ven Pesadillas, ansiedad, episodios de mutismo emocional, una infancia marcada por el sonido de una explosión que nunca vivieron conscientemente, pero que su cuerpo no olvida. Incluso algunos técnicos de la San Juan Gas Company, como José Santiago, quedaron tan marcados que no pudieron volver a sus funciones. Santiago confesó que hoy día no puede soportar el sonido del gas saliendo de una estufa. Renunció y terminó manejando un carro para un programa de Head Start, ganando la mitad de lo que ganaba antes. ¿y qué decir de los niños del colegio La Milagrosa? Estaban a pocos metros, los vidrios estallaron, el estruendo los tiró al piso. Muchos pensaron que era un terremoto, otros que era el fin del mundo.

Speaker 1:

Años después, varios de esos niños y adultos recuerdan con exactitud lo que sintieron el polvo, los gritos, el miedo, el trauma. Porque sí, la salud mental colectiva de Puerto Rico cambió ese día, y es que una explosión así no solo rompe concreto, rompe la confianza, rompe la idea de que tu ciudad es segura Y también rompen el alma. Que en paz descansen todas las víctimas de esta tragedia Y oremos porque los que sobrevivieron puedan seguir adelante con sus vidas. Y esta mi gente fue la triste historia de la explosión de Humberto Vidal en 1996. Yo todavía estaba en Puerto Rico para este tiempo Y realmente les puedo decir, si les soy sincera, yo no recuerdo nada de esto. Yo siempre he tenido una capacidad para borrar cosas de mi mente que hasta miedo me da, pero hasta aquí les llegó hoy mi gente. Nos vemos en el próximo episodio. Los quiero mucho. Gracias por acompañarme. Hagan bien Sin mirar a quién. Delitos de sangre. Bye.

People on this episode

Podcasts we love

Check out these other fine podcasts recommended by us, not an algorithm.

pepe&chema podcast Artwork

pepe&chema podcast

Directed by José Grajales | troop audio