Delitos de Sangre

ANTONIO CORREA COTTO, LA BESTIA DE PUERTO RICO

Magaly Rivera Season 2 Episode 72

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Speaker 1:

Antes de que Toño Bicicleta corriera por los montes en Puerto Rico. Ya en la isla había uno que había sembrado el miedo, un hombre sin control, sin compasión, que no le perdonaba nada a nadie. Atacó sin pensarlo dos veces, se escapó de la cárcel en medio de un motín sangriento, incendió cañaverales y burló a la policía por más de un año. Cañaverales y burló a la policía por más de un año. Nunca pidió perdón, nunca mostró remordimiento y cuando lo acorralaron, salió armado y listo para caer peleando. Este no fue cualquier criminal. Fue el primero en convertirse en mito, el primer forajido en alcanzar estatus de leyenda en la isla, el que cambió la forma en que Puerto Rico veía el crimen.

Speaker 1:

Esta es la historia de Antonio Correa Cotto o, como algunos todavía lo recuerdan, la bestia de Puerto Rico. Procedan con cautela. Oficiales en la escena. Suspecto en custodia. Hola, mi gente, bienvenidos a su canal. Delitos de Sangre. Yo soy Magaly. Gracias por acompañarme durante este nuevo episodio. Los invito a que sean parte de esta familia, se suscriban al canal, me dejen un like, un comentario o compartan este episodio para que llegue a donde más personas. En Puerto Rico han habido muchos criminales. Sin embargo, las leyendas o esas historias que superan el delito y quedan en la memoria colectiva son muy pocas. Antonio Correa Cotto es una de ellas. Las personas que vivieron durante su tiempo escuchan su nombre y enseguida piensan en tiros, en persecuciones, en sangre y en un país paralizado por el miedo. Aunque ya hayan pasado décadas, antonio Correa Cotto no se convirtió en mito por salir en portadas, sino porque su historia fue tan intensa, tan fuera de control que parece inventada. Pero no lo es Es real y pasó en la isla de Puerto Rico.

Speaker 1:

Antonio Correa Cotto nació el 13 de enero de 1918 en el barrio Machuelo Abajo, en el pueblo de Ponce, un sector donde la vida era dura y el trabajo escaseaba, donde la calle enseñaba más que la misma escuela y donde crecer era cuestión de fuerza, no de edad. Desde joven tenía fama, no de bandido, pero sí de alguien que no se dejaba Uno, que no pensaba mucho antes de actuar. Y poco a poco esa fama se fue convirtiendo en advertencia. Era impulsivo, entiendo en advertencia. Era impulsivo, agresivo, sin filtro y sin miedo. Y en un barrio como ese, con un país quebrado, ese tipo de carácter no se curaba, se endurecía. Antonio no fue moldeado por el sistema, fue formado por la ausencia de uno. Él no se convirtió en criminal de la nada.

Speaker 1:

Se crió dentro de un sistema que ya venía roto Y lo que se formó en Machuelo fue un hombre que simplemente no conocía el límite. Pero para poder captar lo que Antonio Correa vivió, hay que mirar más allá de su barrio y ver el país en el que creció y en el tiempo en el que creció. En el que creció y en el tiempo en el que creció, puerto Rico en los años 1910 y 1920 era una isla que ya no era española, pero que tampoco era libre. Era una isla en crisis, con bandera americana pero sin voz propia. Acababan de darnos la ciudadanía con la ley Jones, pero eso no significaba igualdad o derechos. Seguíamos siendo territorio y para muchos, solo un negocio. Esto, lo que trajo fueron reclamos, creó confusión y más control desde el otro lado del charco.

Speaker 1:

El gobierno de Puerto Rico era de papel, los de verdad mandaban desde Washington Y mientras tanto el pueblo estaba jodido. Había pobreza en cada esquina. El trabajo eran los cañaverales, el café o el tabaco, pero el billete nunca se quedaba en manos boricuas. Los ricos eran los menos y los demás sobrevivían. La educación era limitada y muchas veces en un inglés que nadie entendía. La esperanza era poca y las oportunidades aún menos, así que la mayoría de los chamaquitos como Antonio aprendían en la calle Y si tú eras pobre y nacías en un sitio como Machuelo, las probabilidades estaban en tu contra desde el día uno. Lo que le tocó a Antonio no fue una infancia, fue una guerra silenciosa, una donde sobrevivías o te tragaban vivo, y en ese ambiente no es que se convirtió en una bestia, es que lo criaron así.

Speaker 1:

Los niños crecieron viendo toda esta injusticia, el abuso y el abandono, y muchos, como Antonio, aprendieron a sobrevivir en vez de soñar. No es justificarlo, es entender por qué se formó así. Él no se hizo criminal, mi gente. Él simplemente nunca fue otra cosa En su casa. Había necesidad en la calle, no había oportunidades y él, desde muy joven, empezó a explotar todo lo que se le interpusiera.

Speaker 1:

Si vamos a hablar claro, antonio nunca tuvo una oportunidad real de llevar una vida tranquila. Desde pequeño estaba buscando la forma de sobrevivir y muchas veces esa forma era ilegal. No pasó mucho tiempo antes que la policía empezara a tenerlo en la mira. Nada grave al principio robos menores, peleas, amenazas. tú sabes lo típico de alguien que creció sin miedo. Pero lo que empezó a diferenciarlo de los demás no fue solo lo que hacía, sino cómo lo hacía. No fue solo lo que hacía, sino cómo lo hacía.

Speaker 1:

Antonio. Correa Cotto no era de los que se escondían, él iba de frente, sin importar las consecuencias. Y eso daba miedo, porque un tipo que no le tiene miedo a un guardia, que no le importa caer preso y que encima es inteligente, ese sí es peligroso. En la calle se decía que si te metías con Correa coto te ibas a arrepentir, y no lo decían solo por decirlo. Este hombre tenía fuerza, coraje y, lo más letal, una rabia acumulada que explotaba sin aviso.

Speaker 1:

A finales de los años 30 ya tenía récord criminal Y no era uno suavecito. Ya en ese tiempo su nombre empezaba a sonar en Ponce, no tanto como criminal buscado, sino como un tipo al que era mejor no buscarle la boca A Correa Cotto. Lo arrestaron varias veces siendo joven, pero hubo un caso que los marcó más que todos Lo acusaron de robar gallinas. Asimismo es gallinas, aunque eso suene insignificante para ti y para mí. En esos tiempos el robo de gallinas era cosa seria Y para Antonio fue una humillación brutal por el valor de los robados, sino por el golpe directo a su orgullo. Lo llamaron ladrón, lo llamaron un pillo, y eso él no se lo perdonaba a nadie. Estuvo preso por eso y desde ese momento la palabra que más repetía era una sola venganza. Antonio Correa Cotto juró que los haría pagar, a todos los que lo señalaron, a los testigos, a los jueces, cualquiera que haya tenido que ver con su condena. Y eso no era una amenaza vacía, mi gente. Eso era una promesa.

Speaker 2:

En cuanto a usted, en cuanto a usted que sabe que soy inocente y me condena, y a ustedes que me acusaron sin razón, les juro por mi madre, les juro por mi madre que está ahí sentada, que los voy a ahogar en sangre.

Speaker 1:

Ese coraje que llevaba por dentro, esa furia, que hasta entonces estaba medio contenida, empezó a desbordarse Y lo que vino después fue mucho peor que robar gallinas. Antonio Correa Cotto no era solo violento por serlo. Ese coraje que él cargaba no apareció así de la nada. Eso venía de años acumulando frustración, maltrato, abandono y mucho resentimiento. Desde niño lo que vio fue abuso. Dicen que su papá era un alcohólico, que era agresivo y que lo golpeaba sin ningún motivo. Y su mamá bueno, la señora estaba, pero no estaba. Era como si Antonio creciera en una casa donde el amor nunca hizo acto de presencia. Entonces imagínate un chamaquito sin guía, sin cariño, sin nadie que lo defendiera. Aprendió que la única forma de protegerse era atacando. Primero En la escuela si alguien lo miraba mal, le caía encima, si lo empujaban respondía con una piedra. Y poco a poco ese coraje se volvió parte de su identidad. Pero lo peor no era lo que pasaba afuera. Lo más duro estaba adentro. Él mismo decía, según los que lo conocieron, que sentía una furia constante, como si algo de él estuviera siempre encendido. Y ese fuego, con los años, se volvió gasolina. No confiaba en nadie. Veía a los ricos como enemigos, a los guardias como abusadores y a cualquier figura de autoridad como blanco fácil. Ese odio hacia el sistema fue creciendo porque no importaba lo que hiciera La vida. Siempre le daba la espalda y él respondió como único sabía hacerlo con violencia, aunque en los archivos suene como una bestia en la calle.

Speaker 1:

No todos hablaban mal de Correa Coto. Claro, le temían, pero también lo respetaban y algunos hasta lo querían del coraje y de la sangre. Había un tipo que si tú eras de los suyos, te protegía con todo. Dicen que era bien leal, que si tú le dabas la mano él te la devolvía sin pensarlo. En el barrio lo veían ayudando a las doñitas, compartiendo comida cuando tenía y defendiendo a los chamaquitos de los abusadores. Era como si tuviera un código Medio torcido pero suyo. Tú no le hacías daño a los tuyos. El problema era con los de afuera. Correa Cotto era como un huracán Era destructivo, impredecible, pero con momentos donde parecía calmo Hasta que otra vez se le metía el demonio.

Speaker 1:

Aunque nació en 1916, la mayoría de las fuentes coinciden que fue como en el 1918, cuando Antonio Correa Cotto empezó a dejar su huella en el barrio Machuelo en Ponce, un lugar humilde de casitas de madera pintadas con colores vivos, donde el olor a tabaco y café era parte del paisaje y donde la vida era dura pero sencilla, y donde la vida sí era dura pero sencilla. Sus papás, don Rolando Correa Martínez y doña Ángela Coto García, eran gente humilde, trabajadores, quienes tuvieron nueve hijos en total y se fajaban, trabajando para alimentar a sus nueve hijos. Y aunque había la cercanía de familia, lo que no había era dinero. La necesidad era parte de todos los días. Antonio, siendo de los mayores, tuvo que fajarse desde chiquito y lo poco que ganaba lo traía para la casa.

Speaker 1:

Antes de los 10 años ya estaba trabajando en lo que fuera, limpiando zapatos, haciendo mandados. Apenas podía cargar un machete y ya estaba en las fincas de caña. También aprendió carpintería, pero ni eso lo mantuvo mucho tiempo alejado de los problemas. No duró mucho tiempo en la escuela y lo que aprendió lo absorbió en la calle, mirando, sobreviviendo y reaccionando. Pero la calle lo jaló y lo que empezó como necesidad terminó en violencia, sangre y leyenda. Se dio cuenta que, por más que se matara trabajando, nunca iba a tener lo que soñaba Y llegó el punto en que se cansó.

Speaker 1:

Veía a los ricos de Ponce caminando como si el mundo les perteneciera Y él, allá, sudando bajo el sol, sin un futuro claro, y eso le fue metiendo rabia, frustración y eventualmente resentimiento. Y qué pasó, pues? que cambió los clavos y los machetes por otra cosa? El camino fácil. Primero fue un robo leve, una metida de pata de principiante, por los que le dieron dos meses de cárcel y una multa de 15 pesos. Pero en vez de asustarse, como le pasa a muchos, eso a él lo encendió más.

Speaker 1:

Después vino otro incidente en el 42, esta vez con violencia, en la que dejó a un hombre malherido, pero no le erradicaron cargos. Y como no pasó nada, él siguió hasta que en octubre del 43, la ley por fin lo agarró otra vez. Esa vez estuvo preso por un mes y, tú sabes, salió más decidido que nunca. Lo que empezó como necesidad se convirtió en costumbre y la costumbre en su estilo de vida. Desde ese momento, la criminalidad para Antonio Correa Cotto no fue solo un escape, fue su identidad. Y como Puerto Rico empezaba a idolatrar lo americano con películas de gangsters y figuras como Al Capone, pues Antonio terminó convirtiéndose en eso mismo el Al Capone poricua, un bandido bien vestido, con tatuajes en el pecho y una cicatriz en la cara que lo hacía ver aún más peligroso. Era bajito como de 5'5", pero tenía esa presencia que imponía. Y para muchos, para muchas mujeres, eso era parte de su encanto.

Speaker 1:

Aunque suene loco, antonio Correa Cotto tenía labia una mezcla de miedo, respeto y fama que crecía cada día más. Entre tantos líos, sangre y corre-corre, hubo alguien que logró calarle hondo. Dicen que hasta el hombre más temido tiene a alguien que lo conoce diferente Y en el caso de Correa Cotto, esa persona fue Rosa María, una viuda sencilla, conocida en el barrio por su forma tranquila de ser. Nadie sabe muy bien cómo fue que se conocieron, pero lo cierto es que Antonio quedó encantado, le pidió que se fuera a vivir con él y el 2 de septiembre de 1947 se casaron. El mismo Antonio Correa, que andaba huyendo de la ley, terminó vestido en el altar. Así, en medio de todos los rumores de la fama que ya él tenía, se casaron sin hacer mucho ruido. Pero la gente del barrio murmuraba.

Speaker 1:

Algunos decían que ella lo veía como un alma perdida que podía salvar, otros que simplemente se dejó llevar por el encanto del tipo malo. Pero lo cierto es que ella le creía. Le creía cuando él le decía que quería cambiar, que quería una vida tranquila. Y por un rato hasta apareció. Así Lo veían saliendo arreglado, con su camisa planchada, bien afeitado, caminaba como si por fin tuviera rumbo, pero por dentro.

Speaker 1:

El monstruo seguía ahí Porque Antonio podía aparentar calma, pero vivía en guerra consigo mismo. Tenía una oscuridad que no se iba, ni con amor, ni con promesas, ni con fe. Dicen que era celoso, posesivo y que Rosa, aunque lo amaba, le tenía miedo. Algunos juraban que era la única persona que lograba calmarlo cuando se salía de control Y no se sabe mucho de la relación en detalle, pero lo que sí es claro es que ella estuvo presente en una de sus etapas más intensas Y que, a pesar de todo lo que se decía de él, ella seguía ahí Un hombre violento, marcado por la calle y por su coraje, pero que en su casa con ella tenía otro tipo de vínculo.

Speaker 1:

No sabemos si era amor o dependencia o protección, pero sí sabemos que fue real, porque hasta los más temidos a veces tienen a alguien que les ve al lado, que nadie más conoce. Lo que se decía por ahí era que la quería a su manera, pero esa manera no siempre era bonita y, aunque hubo cariño, también hubo gritos Y más de una vez hubo violencia, que había noches en las que se iba de la casa sin decir nada y regresaba con la mirada apagada, como si acabara de hacer algo que ni él mismo entendía Ella fue quizás el único intento real que él hizo por tener una vida normal. Pero como todo en su historia, eso también se le rompió entre las manos, porque lo mismo que lo hacía peligroso en la calle lo traía para la casa. No se sabe si tuvo hijos Algunos dicen que sí, otros que no Pero si los tuvo, los mantuvo lejos de su nombre, Y con razón. Según su tumba, parece que sí tuvo una hija. Y así Antonio Correa Cotto siguió con una vida llena de coraje hasta el 25 de enero de 1950 en Villa Olga Ponce, puerto Rico.

Speaker 1:

Una casa, una noche y un acto que lo cambió todo. Esa noche era una noche como cualquier otra, en uno de esos barrios humildes donde la gente ya sabía que después de cierta hora era mejor no abrirle la puerta a nadie. Pero nadie se imaginaba lo que estaba a punto de pasar. Antonio llegó como un loco a la casa de un hombre mayor de 69 años años, y no se sabe si lo conocía bien o si simplemente lo escogió. Lo que sí se sabe es que entró, y entró con intención. Ese día Antonio Correa Cotto entró armado a la residencia.

Speaker 1:

Lo que pasó ahí, mi gente, fue pura violencia. Y lo que pasó ahí, mi gente, fue pura violencia. El hombre terminó sin vida y su esposa, herida, y otros tres que estaban en la casa fueron también atacados. Se cree que estas fueron las personas que lo habían acusado de robarse las gallinas. Cuando llegó la policía, se encontraron con una escena brutal Dos muertos, varios heridos, sangre en el piso y un silencio espeso que se sentía hasta en la piel. Y Antonio, todavía armado, no se escondió, no huyó, sino que disparó contra los agentes hasta que uno de ellos cayó herido. Y ahí fue donde empezó el verdadero terror. Y Correa Cotto se escapó como si nada.

Speaker 1:

En cuestión de horas su nombre estaba en boca de todos. Los periódicos reventaron la noticia, los titulares, todos eran sobre él. No se hablaba de otra persona, ni en Ponce, ni en San Juan, ni en el cafetín de la esquina. Y no era para menos el tipo. Acababa de dejar un charco de sangre y todavía tenía la pistola caliente. La gente estaba en shock. No era un robo, no era un ajuste de cuentas, era una masacre sin explicación. Y esta vez no hubo forma de taparlo. La policía lo buscó por cielo, mar y tierra hasta que lo encontraron.

Speaker 1:

Finalmente lo arrestaron y lo metieron preso mientras esperaba juicio. Ese arresto fue como un suspiro de alivio para el país Y los jueces Pedro Muñiz y Lorenzo Yara no tardaron en darle lo que se esperaba mi gente Dos cadenas perpetuas. La gente decía. Al fin esto se acabó. Pero no sabían que ese era el primer acto. Nadie se imaginaba que la historia de la bestia de Puerto Rico apenas estaba empezando. Durante su juicio por el crimen de Rafael Parisi Vázquez y Rafaela Molares Méndez, en ese mismo juicio, mi gente, otra vez, antonio Correa Cotto. Lo que hizo fue amenazar. Y esto no era una amenaza vacía, mi gente, era una promesa. A los 32 años, correa Cotto fue enviado directo al penal estatal Y aunque lo habían encerrado, nadie respiraba tranquilo, porque Antonio simplemente no era de los que aceptaban su suerte.

Speaker 2:

La reja, no son para correr a coto.

Speaker 1:

Él no se rindió ni se arrepintió, sino que comenzó a amenazar. Desde la cárcel mandaba mensajes, decía que se iba a vengar, que los jueces pagarían, que eso no se iba a quedar así. Y no era de puro guille, para que lo sepan. Él hablaba con una convicción que daba miedo y que, al mismo tiempo, era raro, porque, por un lado, él se confesaba con los curas del penal, decía que era católico, que creía en Dios, pero por el otro, planificaba su próxima jugada, así como si estuviera en una guerra personal contra el sistema jugado así como si estuviera en una guerra personal contra el sistema. Este hombre, lo que llevaba en sí era una rabia que no se le iba, ni tras las rejas. Y, en el fondo, todos sabían que, aún con Correa Cotto encerrado, el peligro no había terminado, apenas comenzaba, porque siete meses después la historia de Correa Cotto dio otro giro, uno que nadie vio venir.

Speaker 1:

El 28 de octubre de 1950, apenas habían pasado siete meses desde que lo encerraron la cárcel estatal de Río Piedras estaba a punto de explotar literal. Ese día un grupo de confinados, incluyendo a Correa Coto, organizó lo que sería una de las fugas más salvajes en la historia de Puerto Rico. El plan no era algo sencillo, no era una escapadita, eso era una rebelión. Y provocaron un motín a sangre y fuego y armaron un caos total dentro de la prisión. Se metieron en el arsenal, se apoderaron de armas y con eso convirtieron el penal en una zona de guerra.

Speaker 1:

Dos guardias perdieron la vida y varios más terminaron heridos. Y en ese revolú se escaparon más de 100 reclusos. Imagínate eso más de 100 delincuentes sueltos en la calle. Entre ellos, por supuesto, el que más miedo daba, el que la gente más quería ver encerrado Antonio Correa Couto. Y ahora, esta vez, suelto otra vez. Desde ese momento comenzó la cacería más intensa que se haya visto en Puerto Rico. Se activó la policía estatal completa y hasta el gobierno ofreció una recompensa de 10.000 dólares por su captura, vivo o muerto. En esa época eso era un dineral.

Speaker 2:

Último momento Pánico en todo Puerto Rico. Correa Coto continúa a su venganza y a su paso mata a gentes inocentes. Es por ello que hacemos las siguientes recomendaciones No salga a la calle innecesariamente. Cierre bien sus puertas y ventanas. Comunique a la policía cualquier pista que pueda conducir a la captura de Correa Cota. El cuartel general de policía está en alerta constante, ya que informaciones de buena fuente anuncian la presencia del peligroso criminal en los alrededores de Villa Olga. Se han solicitado refuerzos considerables a la capital.

Speaker 1:

La policía, el sistema carcelario, el gobierno entero se colapsaron. No sabían por dónde empezar y la calle se puso tensa. La gente empezó a armarse, a trancar puertas, a mirar por encima del hombro, porque sabían que Correa Cotto no iba a esconderse tranquilo. Él tenía enemigos, tenía rabia acumulada y ahora tenía tiempo, calle y un arma de las búsquedas más intensas en la historia del país. Toda la isla estaba alerta y el nombre de Correa Cotto se convirtió en sinónimo de peligro. Ya, no era solo un criminal Correa Cotto era el enemigo número uno. Después del motín, la isla entera quedó patas arriba. Pero mientras los guardias recogían los casquillos y los periódicos llenaban los titulares, antonio Correa Cotto desapareció. Por meses nadie sabía con certeza dónde estaba, pero cuando vol de la fuga, reapareció en Ponce, su zona, su terreno, y atacó a alguien a quien jamás pensaron que tocaría, a su propio primo, oscar Correa Cotto. Mientras otros dicen que fue por una simple riña, pero lo cierto es que intentó quitarle la vida Y, como si no fuera suficiente, dos días después entró a la casa de una pareja de envejecientes, los golpeó brutalmente y luego les prendió fuego a la casa, sin misericordia, sin razón alguna. El miedo se sentía en el aire, la policía estaba en pánico.

Speaker 1:

Los residentes de Ponce empezaron a dormir con cuchillos al lado de la cama, muchos hasta se fueron del barrio. Nadie quería ser la próxima víctima de Antonio Correa Cotto. Atrapándose, se metía en los montes, se escondía entre los cañaverales, los prendía en fuego y se movía como si conociera cada rincón mejor que los mismos guardias. Lo describían en los periódicos como un tipo bajito con bigotes, cicatrices en la frente y en la boca, tatuajes y unos ojos fríos que te miraban, que no te miraban sino que te atravesaban. Y con esa descripción la paranoia se desenfrenó. La gente llamaba a la policía por cualquier hombre bajito con cara seria. Pero Antonio sabía moverse, sabía esconderse y sobre todo sabía quién lo estaba buscando y quién lo estaba ayudando, porque él no estaba solo. Tenía simpatizantes conocidos que le daban comida, techo o los chismes de la policía. Y eso, mi gente, lo complicaba todo. La isla era pequeña, pero para un hombre como Correa Cotto era suficiente selva Y cada día que pasaba libre era una provocación más. Ya había pasado más de un año desde su fuga y Antonio Correa Cotto seguía corriendo, escondiéndose y matando. Y aunque muchos decían que se había ido de la isla, otros juraban que seguía escondido en el sur.

Speaker 1:

El 10 de mayo reapareció de nuevo en Villa Olga, un barrio humilde de Ponce, y lo único que hizo dejó cicatrices que todavía se recuerdan. Entró a una casa y terminó con la vida de dos mujeres embarazadas, julia Matei y Doña Alvarado, y dejó a varios heridos más. Lo que hizo fue tan salvaje, tan innecesario, tan fuera de control que hasta los que le tenían simpatía le soltaron la mano. La comunidad ya estaba harta de vivir con miedo y se unió. Los periódicos reventaron, las radios no hablaban de otra cosa y ahora no era sólo la policía la que lo quería muerto, sino que el pueblo también lo buscaba. Los políticos se metieron y la presión fue tanta hasta que agentes federales y sabuesos de Florida fueron traídos a la isla para rastrearlo. Ya, no era solo un fugitivo. Correa Cotto era un objetivo Hasta que, el 16 de mayo de 1952, alguien soltó la información clave Correa Cotto estaba escondido en una finca a la hacienda Barrancas, a las afueras de Ponce.

Speaker 1:

La policía llegó, armada hasta los dientes, y esta vez no iban a pedir que se entregara bonito. Cuando lo localizaron entre los cañaverales, los rodearon, le ordenaron rendirse, pero Correa Cotto no pensaba rendirse. Salió de la maleza armado hasta los dientes, con una pistola en una mano y un machete en la otra Y, como si supiera que esa era su última escena, se lanzó al frente. Los agentes no lo pensaron dos veces. El capitán Luis Pérez dio la orden de disparar Y ahí, en plena balacera eran las nueve y media de la noche del 16 de mayo de 1952, bajo el resplandor del cañaveral en llamas, antonio Correa Cotto cayó abatido por la policía.

Speaker 1:

Su cuerpo quedó tendido sobre la tierra ardiente. Cuando todo se calmó, los agentes se acercaron con cautela. Tenían que estar seguros Y sí era él, la gente fue a mirar porque querían asegurarse de que de verdad estaba muerto. La cacería más intensa en la historia criminal de Puerto Rico por fin había terminado y el cuerpo, chamuscado y lleno de sangre, fue llevado de regreso a Ponce, sin ceremonia, sin homenajes, para ser sepultado en el cementerio civil de Ponce, en la misma ciudad que lo vio nacer y que por años vivió bajo el miedo que él sembró, y que por años vivió bajo el miedo que él sembró. Tenía solo 35 años. La muerte fue el final de su vida, pero el comienzo de su leyenda.

Speaker 1:

Durante su fuga, correa Cotto se convirtió en fenómeno mediático. Cada rumor, cada pista, cada movimiento era portada. Diarios como El Imparcial y El Mundo lo seguían paso a paso. El país entero estaba en vilo Y así, en un abrir y cerrar de ojos, nació el mito. La opinión pública estaba dividida.

Speaker 1:

Para muchos, correa Cotto era un criminal frío que recibió lo que se merecía. Pero había otro grupo, especialmente entre los sectores pobres, que lo empezó a ver como una especie de Robin Hood boricua. Entre los sectores pobres que lo empezó a ver como una especie de Robin Hood boricua, aunque sus crímenes no tenían nada de heroico. El hecho de que volara a las autoridades una y otra vez lo convirtió en un símbolo de rebeldía. La gente decía que les robaba a los ricos para dar a los pobres. Pero la realidad era otra.

Speaker 1:

Correa Cotto se vengaba por lo suyo y punto. Pero en un país con coraje social acumulado, esa imagen de justiciero caló profundo, la confusión entre el miedo y admiración, fue lo que alimentó su leyenda. Aunque no existe un número exacto de víctimas, se le atribuyen al menos dos exterminaciones de vidas confirmadas y múltiples intentos. No pasó mucho tiempo antes de que su historia llegara a la música Plenas, cuarachas, coplas. Todo el mundo hablaba de los milagros de Correa Cotto como si fuera parte del folclore, y no solo en Puerto Rico. En la República Dominicana también se escribieron hasta merengues inspirados por él. Lo convirtieron en canción en cuento y en leyenda. Situaron en canción en cuento y en leyenda.

Speaker 1:

En los años 60 llegaron las películas, la primera Correa Cotto Así me llaman en el 1968. Luego vinieron La venganza de Correa Cotto en el 1969 y una tercera producción que completó la trilogía. Actores de renombre como Miguel Ángel Álvarez y Lucy Boscana ayudaron a construir una imagen más compleja, casi humana del criminal, que durante años fue solo sangre y fuego en los periódicos. Y más tarde llegaron los documentales, los libros y los podcasts, y los mitos. Con el tiempo salieron versiones más exageradas. Salieron versiones más exageradas.

Speaker 1:

Algunos decían que tenía un pacto con el diablo. Otros juraban que usaba brujería para hacerse invisible, que no le entraban las balas. Incluso hubo alguien que insistía que fue un luchador contra el gobierno, un justiciero del pueblo. Pero la verdad era otra. Correa Cotto no tenía causa, solo tenía rabia. Dejó una marca que no se borra. Cambió la manera en que Puerto Rico entendía el crimen.

Speaker 1:

Después de él las autoridades tomaron más en serio lo que un solo hombre podía provocar. Fue el primero, el primero en poner al sistema contra la pared, el primero en convertirse en figura mediática, el primero en cruzar la línea y quedarse del otro lado. Y aunque murió en el fuego, su historia no se apagó. Hoy, más de siete décadas después, el nombre de Correa Cotto todavía provoca escalofríos y curiosidad. En Ponce su recuerdo sigue flotando en el aire. Su tumba sencilla en el cementerio civil aún recibe visitas de curiosos que han oído los cuentos. Historiadores y criminólogos lo citan como ejemplo de cómo nace un criminal legendario y las abuelas todavía susurran su nombre para asustar a los nietos traviesos.

Speaker 1:

Correa Cotto se convirtió en el sinónimo del fugitivo extremo, del hombre que empujó los límites de la realidad hasta convertir su vida en relato, desde su infancia en pobreza hasta sus caídas entre balas y llamas. Su historia es una advertencia viva, una mezcla cruda de crimen, castigo y mito. En resumen, mi gente, antonio Correa Cotto fue un criminal despiadado, pero uno que marcó a todo un pueblo. Cometió crímenes atroces, como el doble asesinato de 1950 y la masacre de más de 10 personas durante su fuga, y provocó la cacería humana más intensa del siglo XX en Puerto Rico. Murió como vivió, enfrentando a las autoridades con armas en las manos, pero incluso muerto no se fue. Siguió vivo en las noticias, en las canciones, en películas, en los cuentos, en la memoria del país. Porque su historia, con toda su violencia, su tragedia y su mito, es una de las páginas más intensas y estremecedoras del crimen en Puerto Rico.

Speaker 1:

Correa Cotto, el hombre, la bestia, murió en 1952. Pero Correa Cotto, la leyenda, sigue viva. ¿y por qué lo convirtieron en leyenda? Porque Puerto Rico romantiza la rebeldía, porque la prensa le dio rostro, porque la música lo convirtió en cuento y porque, en el fondo, hay una fascinación con el criminal que se burla del sistema, aunque sepamos que lo que hizo fue un inhumano. Salió en todas partes. Era el gángster puertorriqueño, el rebelde, el monstruo, el símbolo de lo que puede pasar cuando la rabia, la pobreza, el abandono se mezclan con violencia y carisma.

Speaker 1:

Antonio Correa Cotto no fue un héroe, pero tampoco fue solo un villano. Fue el producto de una época, de un sistema roto, de una infancia sin amor y de una sociedad que muchas veces prefiere mirar para el otro lado. Y aunque su historia terminó con fuego y con balas, el eco de su nombre todavía se escucha en la isla de Puerto Rico, porque en cada esquina donde alguien dice ese tipo es como Correa Cotto, hay una advertencia escondida Muchos años después, otro nombre volvería a estremecer a Puerto Rico Toño Bicicleta. Y aunque las historias de ambos son distintas. Hay algo que los une Correa Cotto fue el primero en convertirse en mito, el que abrió el camino para que en la isla se dijera que los criminales no solo se temen, también se inmortalizan. Del Monte, el escapista incansable.

Speaker 1:

Correa Cotto fue la chispa original, el gángster brutal que convirtió la rabia en fama y el crimen en leyenda Y en algún rincón de la historia de Puerto Rico. Sus nombres siguen ahí, no por lo que construyeron, sino por lo que destruyeron. Y ahora que conoces su historia, cuéntame ¿era un monstruo sin alma o el reflejo retorcido de un país abandonado? Porque Antonio Cotto ya no puede hablar, pero su sombra todavía hace ruido. Y esta, mi gente, fue la historia de Antonio Correa Cotto, la bestia de Puerto Rico. Hasta aquí les llego hoy. Gracias por acompañarme, ya saben, suscríbete al canal, denle un like, comenta. Si me quieren enviar un mensaje, puede hacerlo a delitosensangreayimacom. Nos vemos en la próxima. Gracias, como siempre. Los quiero mucho, delitos de sangre, bye.

Speaker 3:

Dicen que la policía, para poderlo ir a capturar, le obligaron a que saliera pegando fuego un cañaveral. Ya, por fin volvió a reinar la tranquilidad. Ya, por fin volvió a reinar la tranquilidad. Ay que lo mataron, cerca de Ponce, al salir de un cañaveral. La hostia, al fin. Vino a castigar a Correa Coto. La hostia, al fin. Vino a castigar a Correa Coto. ¡suscríbete al canal.

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